El Territorio de Çxhab Wala Kiwe, recibe el cuerpo de la compañera Sandra Anacona, más conocida como Killa, una mujer de 42 años, oriunda del pueblo Yanacona, quien, desde niña, junto con su familia se estableció y paso a ser parte del resguardo indígena de Canoas.

Luna, como la conocíamos todos, era una mujer muy activa dentro del proceso organizativo, hizo parte del Movimiento Juvenil Álvaro Ulcué Chocué, acompaño distintos espacios siendo el escenario jurídico donde más destaco su participación.

Se le podía encontrar siempre participando en movilizaciones, asambleas, congresos, juntas directivas, haciendo presencia y aprovechando dichos espacios para mencionar que estaba estudiando derecho propio, que estaba haciendo acompañamientos jurídicos en unos territorios, entre otras cosas. Killa, era una mujer de temperamento fuerte, quienes la conocieron destacan “no tener pelos en la lengua”, pues no tenía mucho tacto a la hora de decir las cosas o referirse a personas, ya que su forma de ser era así. De Killa, podríamos también decir que era una persona muy extrovertida, alegre, fiestera.

Su vida se apagó el pasado lunes 13 de mayo, cuando en horas de la noche fuera asesinada en la vía que se dirige de Belalcázar a La Plata Huila, en el sitio conocido como Patico. Su cuerpo presentaba múltiples impactos de bala y fue dejado en la mitad de la carretera, su asesinato es un crimen totalmente vil y que rechazamos enfáticamente.

Muchos procesos y organizaciones se han pronunciado ante el aberrante hecho, manifestando el rechazo, y la preocupación ante la emergencia humanitaria que se vive en los territorios, tal como lo hizo el Tejido Mujer de la ACIN: Como mujeres Nasa, nos encontramos profundamente preocupadas por los ataques indiscriminados que viven a diario las mujeres en todo el territorio nacional. Pero en específico, nos alarma la situación de vulneración de derechos que constantemente sufrimos las mujeres indígenas dentro y fuera de nuestros territorios.

A nosotras nos duele cada compañera que ya no está, nos preocupamos ante la vulnerabilidad a la que estamos expuestas y nos angustiamos al percibir que no se está reflejando en nuestros territorios unas garantías de protección sólidas que nos permitan sentirnos seguras y protegidas. Ante esto, es complejo reconocer que la llamada “paz” a la que un día le apostamos como mujeres indígenas no se está reflejando en nuestros territorios, pues en los últimos meses (incluso en los últimos años) se han incrementado exponencialmente los hechos relacionados con las violaciones de los Derechos Humanos, la infracción al Derecho Internacional Humanitario (DIH) y las acciones que nos desconocen como sujetas de protección especial ante el Estado”.

Sandra Anacona, deja dos hijos huérfanos y una madre desamparada, la comunidad esta consternada y se desconoce por completo los móviles de su asesinato.

Ante esta nueva muerte violenta, ante esta forma de arrebatarnos la vida, no podemos guardar silencio. Llegará la justicia ante la cobardía. Siempre exigiremos justicia, porque nuestro compromiso de cuidar la vida no se limita a los liderazgos, sino que es un compromiso de todos y entre todos. Nosotros somos comunidades indigenas que le apostamos a la paz, al vivir tranquilos en nuestras tierras, y que rechazamos todo acto de muerte y todo actor armado en nuestros territorios.

A la familia de la compañera Sandra, a su madre y sus dos hijos, un abrazo solidario, lleno de fuerza en estos momentos, sabemos de la impotencia, del dolor y la rabia que produce su asesinato, pero en ese dolor nos juntamos, para seguir caminando en busca de la justicia. A la compañera Sandra, que el seno de la Madre Tierra, te reciba y te abrace. Nos vemos en la próxima Minga.

Por: Programa de Comunicaciones CRIC