Con el viento nos susurró el Volcán, desde los caminos hasta los cantos de las aves, Puracé nos habló. Con su neblina nos abrazó. Con su fuerza espiritual, nos sostuvo. En este territorio sagrado, el pueblo Kokonuko nos enseñó, una vez más, que la comunicación no solo se hace con micrófonos o cámaras: se hace con silencios que sanan, con ofrendas que armonizan y con la palabra que nace desde la verdad ancestral.

Este 17 Congreso del Consejo Regional Indígena del Cauca no solo reunió a los pueblos en lucha y pensamiento, también abrió un espacio para escuchar el mensaje del territorio que está vivo. Aquí, donde habita Papá Señor, el Volcán Puracé, cada palabra fue sembrada como semilla de vida, cada conversación se volvió tejido, y cada acto de comunicación fue también un acto de resistencia.

Desde la comunicación propia, agradecemos a este territorio por permitirnos narrar desde las entrañas del alma, desde la esencia de ser pueblos originarios. Agradecemos a las montañas que fueron testigos de nuestras grabaciones, al agua que nos dio energía, a los mayores y mayoras que nos guiaron con su sabiduría, y a las semillas de vida que nos recordaron que el futuro también habla y sueña.

La comunicación propia no es solo herramienta, es camino. Es bastón de la palabra, tambor del corazón colectivo y eco de los espíritus que aún cuidan la memoria. En Puracé, reafirmamos que nuestras cámaras no solo graban: también resisten. Que nuestros micrófonos no solo captan sonido: también amplifican el pensamiento ancestral. Y que nuestras historias no buscan likes, sino despertar el alma colectiva de nuestros pueblos.

Gracias, territorio de Puracé. Gracias por ser más que un lugar, por ser espíritu, por ser comunicación propia.

Comunicadores y comunicadoras indígenas CRIC