El programa de alimentación escolar en este momento afronta un fuerte revés en cuanto a la filosofía con la cual fue creado en 1941, y ha dejado de ser una estrategia para la cobertura y permanencia de los niños y jóvenes en las instituciones, para convertirse en un jugoso negocio para unos pocas mafias que en cada departamento monopolizan la prestación de este servicio.

a través de figuras conocidas como consorcios, quienes se hacen pasar como organizaciones sin ánimo de lucro y para ello llegan a las comunidades con un discurso que cualquier desprevenido creería que es una congregación de la madre Teresa de Calcuta; pero la realidad es bastante diferente y triste porque los resultados demuestran todo lo contrario, pues este programa presenta tres problemas estructurales: las minutas, la contratación y la financiación.

Las minutas, como es costumbre en Colombia están estandarizadas y son hechas en un contexto que desconoce la diversidad de nuestro país, porque no es lo mismo la dieta alimentaria de un niño de nuestro medio a un niño de la Guajira o de los llanos orientales; este aspecto contradice el objetivo de la sana alimentación y la soberanía alimentaria de las regiones. Esta situación se podría mejorar sustancialmente si se hiciera unas minutas diferenciadas tal como lo han hecho con las comunidades indígenas.

La contratación es otro de los aspectos neurálgicos del PAE, este modelo privilegia las macrolicitaciones que en cada departamento ha fortalecido a unas cuantas mafias que monopolizan estos contratos por favores o cuotas políticas; incluso lo reconoce la ministra de educación cuando afirma en un artículo de Juan Gozaín, que este programa ha financiado campañas electorales; a pesar de todo esto el MEN se ha negado a cambiar este esquema de contratación que lo debería hacer con las comunidades locales, al igual que vigilancia y control que debería contratarse con los padres de familia y los docentes que son los entes más interesados en un servicio de alimentación con dignidad.

La des financiación del PAE es el tercer aspecto que afecta este elemental programa y quizá el más difícil de solucionar porque en el caso del Cauca aparece como un complemento alimentario y no un almuerzo como en otros departamentos. Este año el aporte es de $1020 por ración servida en sitio y si de este pírrico valor el operador se queda con un mínimo del 10% la ración va en detrimento o quien será que puede comprarse un almuerzo o un desayuno con $900, ¿será que la ministra o los honorables parlamentarios almuerzan en restaurantes de este costo?

De verdad que el PAE en este momento afronta serios problemas y si el gobierno no toma en serio esta situación van a continuar las marchas por las calles y vías del país reclamando este elemental derecho, los estudiantes aguantando hambre durante la jornada escolar y los operadores buscando cualquier artimaña para evadir las responsabilidades y así quedarse con una buena parte de los recursos de la alimentación escolar de niños y niñas colombianos.

Fuente: Institución Educativa Santa Catalina Labouré

http://www.pueblosur.edu.co/index.php/2013-01-04-00-45-02/institucionales/88-noticias/159-pae-2016

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