Sonaba como si se estuviera acabando el mundo

En medio de la oscuridad todo el mundo corría, unos lloraban, otros gritaban y en general todos buscamos un lugar seguro mientras la montaña se derrumbaba en medio de un fuerte sonido que se escuchaba a muchos kilómetros a la redonda. Fueron momentos de angustia para campesinos, indígenas yanaconas y nasas asentados en las veredas Chontaduro, Soledad, el Igual, Párraga viejo, entre otras veredas donde un movimiento de tierra en masa destruyó al menos 64 viviendas y deja a cientos de familias damnificadas debido a la fuerte ola invernal que se presenta en la región, además de la deforestación originada por diferentes razones.

Era la madrugada del domingo 8 de enero, a esa hora estábamos acostados, pero no durmiendo esperando que pasara algo y cuando empezó a sonar durísimo todas las familias nos reunimos y salimos hasta la última casita de la vereda Chontaduro relata un campesino que solo lleva en sus manos un plátano para mitigar el hambre. El momento fue angustiante porque no se había dado la alerta a todas las familias que debieron salir corriendo desesperados y con mucho miedo porque esto suena muy duro como si estuviera acabándose el mundo nos recuerdan vecinos que buscan afanosamente rescatar sus pertenencias que debieron abandonar huyéndole a la muerte.Entre tanto un pequeño Bulldozer trata de remover la tierra que quedó sobre la vía panamericana, pero es como “un mosco en leche” ante los miles de metros cúbicos de lodo y piedra que se deslizaron dejando desolación en varias veredas que ya habían sido testigos de una catástrofe similar en el sector de Portachuelo en el mismo municipio. Averiguamos con directivos del Instituto Nacional de Vías cual era el futuro de este tramo carreteable y uno de los funcionarios llevándose la mano a la cabeza indica que hasta el momento no se puede definir las acciones a seguir porque la tierra sigue deslizándose y cualquier intento de recuperar el tránsito vehicular puede ser fallido. Por su parte otro grupo de labriegos suben a una volqueta del municipio los muebles y enseres de una escuela y caseta comunal que por fortuna no alcanzó el derrumbe pero que debe evacuarse por cuanto se encuentra en un lugar de altísimo riesgo.

Algunos labriegos llegan con la poca ropa que lograron rescatar, otros llevan algunos utensilios de cocina, colchones y cobijas mientras otros como don Luis Angel que dos días después dice andar con la misma ropa porque su preocupación fundamental era salvar a su familia que encontró albergue temporal en casa de unos familiares mientras que otros se alojan en escuelas y colegios de la cabecera municipal. Mientras descansa hace memoria para contar que la gente corría con linternas, otros pedían ayuda, pero no se podía hacer nada ante el riesgo que podían correr.Algunos curiosos han llegado hasta el sitio del siniestro para hacer un registro de fotografía o de video para tenerlos en el baúl de los recuerdos, delegados de medios de comunicación hacen lo propio y hasta transmiten en directo para contarle al mundo entero la difícil situación que se presenta cuando apenas comienza un nuevo año. Pero esa confianza de estar cerca de la zona de riesgo se acabó cuando varias toneladas de tierra y lodo empezaron a desprenderse de la montaña e iniciar su recorrido para llegar hasta una pequeña fuente hídrica. Muchos hicieron el registro esperado y abandonaron el lugar al notar que buena parte de la montaña se encuentra “cuarteada” y puede desprenderse en cualquier momento.

Por su parte las familias indígenas y campesinas damnificadas siguen mirando desde lejos la tierra que les dejarían a sus descendientes y que de un momento a otro desaparecen para dejarlos con una mano a atrás y otra adelante. Todo este sector toca evacuarlo porque esta sonando el cerro del otro lado dice don Luis Ángel mientras mira con tristeza la parcela que la fuerza de la naturaleza se llevó consigo acabando con sus ilusiones. Ahora estamos esperando que el alcalde municipal y el presidente nos ayuden para volver a tener nuestras tierras porque quedamos sin nada agrega con aire de preocupación.

Mientras mirábamos la magnitud de la tragedia nos formulamos muchos interrogantes que al menos en el papel empiezan a responderse. El presidente Gustavo Petro anunció la compra de fincas cercanas al sitio afectado para reubicar las familias, construirles sus casas y aportarles para reiniciar sus vidas, la oficina de atención del riesgo de desastres por su parte mantiene el apoyo constante hasta tanto se supere la emergencia mientras que desde la Agencia Nacional de Infraestructura se anuncia desde ya la construcción de la variante Timbío-El Estanquillo para resolver definitivamente los problemas que tiene la vía panamericana. En los próximos días serán habilitados algunos tramos viales alternos para mantener el tránsito vehicular y garantizar el abastecimiento de los mercados del suroccidente colombiano.Pero lo más importante de visitar el lugar, hablar con los afectados, con las autoridades y la comunidad en general es saber que la solidaridad se hizo sentir de inmediato y en muchos lugares se adelantan las colectas de alimentos no perecederos y elementos propios para esta clase de situaciones con el válido argumento que hoy por ti, mañana por mí. El consejo Regional Indígena del Cauca y las autoridades tradicionales por su parte ya iniciaron la minga por la comida porque allá también hay comuneros de varios territorios, unos con afectación directa y muchos en zona de alto riesgo que seguramente deberán evacuar si así lo consideran los sabedores espirituales.

Conocidos estos anuncios, debemos regresar sin volver los ojos al siniestro cuando uno de los labriegos nos comenta que “estamos en la pura calle, estamos solo con la ropita, de un rato para otro uno no tiene nada…”

Por: Programa de Comunicaciones-CRIC

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