El ser minguero es sentirse orgulloso de pertenecer a una comunidad, de la cultura y de la lucha que se lleva en la sangre, esa que transmitimos desde generaciones milenarias.

La minga se teje desde lo más mínimo, desde cada persona, familia, comunidad y organización. Es el poder compartir, aprender y construir cosas juntos por un fin común y que su causa puede unir más a los pueblos que luchan por la vida, el territorio y la paz. Son estas las razones que motivan a movilizarnos en la minga del sur occidente colombiano.

Los pueblos que caminamos la palabra estamos siendo víctimas de un modelo de muerte, guerra y destrucción, este, que quiere despojarnos de la vida y el territorio. Es triste ver constantemente asesinatos, masacres estigmatización a las comunidades y un olvido histórico por parte de la ciudadanía en general, pero, en especial del gobierno nacional.

Hay un silencio de los poderes, esos que imponen sus cortinas de humo queriendo callar todos los procesos dignos de un pueblo que lucha. Su maquinaria está trabajando arduamente en la forma de estigmatizar la minga, utilizando a los medios de comunicación que les sirve a sus intereses y a perpetuar esas cortinas que nublan la realidad de quienes desprevenidos escuchan sus mensajes. Es por eso que ellos dicen que la movilización esta infiltrada por actores armados y sacan cuanta excusa pueden para desviar la atención y mantener al mundo desinformado.

Por eso no nos quedamos quietos y callados, por esa razón nos tejemos desde los pueblos indígenas del sur occidente y nos unimos con sectores afros, campesinos y sectores populares luchando por la dignidad, haciendo el cambio desde abajo y posesionando nuestra apuesta de vida. Esto no es un asunto de dinero, se trata de un debate debate claro contundente y que el estado asuma responsabilidades en torno a muchas situaciones que son evidentes en el país como despojo de tierras y de culturas, invasión de multinacionales, militarización de territorios. El estado y todas las instituciones deben asumir responsabilidades y garantizar procesos de igualdad, porque los pueblos indígenas tenemos la capacidad de decisión, de igual manera se debe respetar las acciones en torno a la resistencia.

Somos conscientes de que de arriba no va a venir el cambio, el cambio viene de abajo, pero como todos los procesos se debe escuchar nuestra digna rabia y el porqué de nuestras luchas.

Es por eso que nosotros venimos a contar nuestra realidad desde nuestras voces. Por ejemplo, en el Cauca ha sido complejo por la presencia de actores armados, esos que dicen ellos que están infiltrados en la minga, pero les contamos que nosotros por eso hacemos controles territoriales, con nuestra guardia indígena y les dejamos claro que no queremos ningún actor armado en nuestros territorios ni legales ni ilegales, por que ellos dejan a su paso muerte y despojo. 

Un ejemplo claro es el informe de Indepaz. En todo 2019 hubo 36 masacres en el país, en las cuales fueron asesinadas 133 personas. En lo corrido del 2020, van 67 masacres en las cuales van 271 personas asesinadas. Esto quiere decir, que en solo dos años de gobierno Duque han ocurrido 103 masacres.

En cuanto al asesinato de líderes sociales, las cifras son todavía más aterradoras. Hasta la primera semana de octubre, en 2020 han sido asesinados 225 líderes en Colombia. Si tenemos en cuenta que en los cuatro años entre 2016 y 2019 fueron asesinados 804 líderes, quiere decir que, desde el año de la firma de los Acuerdos de Paz hasta hoy, hemos perdido 1.029 líderes sociales.

Los firmantes del Acuerdo también han sido sistemáticamente diezmados. Hasta octubre del presente año han sido asesinados 48 firmantes. Y desde el 2016 hasta hoy, han sido asesinados 231 excombatientes.

El desplazamiento forzado también ha tenido un aumento extremadamente preocupante. En relación con el año pasado, aumentó un 96,8%, con al menos 16.190 desplazados hasta inicios del pasado mes de agosto. Se estima que, para finales del año, en Colombia seamos 9.000.000 de víctimas del conflicto, la inmensa mayoría de ellos son desplazados por la violencia.

Las desapariciones forzadas no han dejado de crecer. En los últimos cuatro años se han reportado al menos 16.313 desapariciones, 9.667 de estas han ocurrido solo en los últimos dos años. Desde diciembre de 2016 hasta agosto del 2020 al menos 466 de esas desapariciones fueron relacionadas con la violencia y el conflicto armado.

Las amenazas individuales y colectivas también han aumentado. En los últimos cuatro años, se cuentan solo en el Cauca y frente a los pueblos indígenas 707 amenazas. Tan solo en lo corrido del 2020 se han registrado al menos 133 amenazas colectivas, una cifra cuatro veces mayor a la del 2019.

Por eso  caminamos la palabra para que el resto de país escuche y conozca nuestras realidades esa palabra que quiere llegar sin filtros y que quiere unirnos, sabemos que en el país hay muchas similitudes a nuestras problemáticas por eso caminamos y le apostamos a unirnos, para esto debemos conocer desde el sentir y entender que las diferencias no son tan grandes cuando entendemos las causas y sueños, ellos que le apuestan a dejar a las futuras generaciones una posibilidad de vivir dignamente, por eso siempre pensamos en los que vienen, quizás muchos no podamos disfrutar de tranquilidad muchos partiremos, pero que  quede la semilla de lucha para nuestros hijos e hijas y que pueda pervivir la cultura e historia que con ellos puede pervivir en tiempo y espacio, los invitamos a unirnos a la minga que se mueve, teje, construye y sueña cambios que nos traigan dignidad y vida a los pueblos y procesos que luchan.

Por: tejido de comunicación para la verdad y la vida 

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