Desde lejos muy lejos nos llamaron las tamboras, nos convencieron las flautas; nos invitaron del 25 al 27 de agosto a Tumbichucue, territorio Nasa que año a año nos llama a compartir la música; a conversar entorno a ella.

Se llenaron chivas de flautas y tambores; los niños, las niñas, jóvenes y mayores iban punteando con fuerza la alegría de este nuevo encuentro.

En Tumbichucue, ya nos esperaban con música, comida y guarapo. En la entrada abriendo camino se encontraban los mayores, quienes recibían las delegaciones que de aquí y de allá iban llegando. Echaban fresco de pies a cabeza para así poder continuar el camino que durante tres días estaría lleno de música, todos hablando al mismo ritmo, trayendo los mensajes que los vientos y montañas de cada territorio enviaban.

En Tierradentro, corazón del pueblo Nasa, la música tradicional desde siempre ha estado convocando a la vida, buscando retomar con fuerza el camino, es por ello que por iniciativa de docentes y cabildantes del resguardo indígena de Tumbichucue, desde el año 2011 se empezaron a crear espacios de pensamiento los cuales buscaban recuperar y aprender la música y danza tradicional reconociendo el aporte de los y las mayoras; en ese año nacen los cuidos, en donde brindan comida y guarapo a los mayores y mayoras que han permitido salvaguardar la sabiduría del pueblo Nasa, su música y su danza, su palabra que retumba dentro y fuera de las montañas de Tierradentro. Fue esta dinámica de reconocimiento la que dio origen a los encuentros de Dialogo de Flautas y Tambores.

Este como los anteriores años, fue un homenaje al flautero mayor Luis Pastuso, quien cuentan se sabía más de 80 melodías Nasa en flauta traversa, el mayor falleció en el año 2012, dejando un legado musical que hasta estos días se sigue caminando. “me gustaría seguir alegrando sus corazones, pero yo y mi flauta nos tenemos que marchar para encontrarnos con los mayores que me enseñaron todo lo bonito que les he enseñado. Me pueden recordar siempre, me voy contento. Hagan muchos encuentros en mi nombre.” Cuentan los mayores del territorio.

Ese legado que camina con fuerza, que ha llenado corazones permitiendo habitar con amor y compromiso la música y la palabra viva del mayor y de quienes hoy son truenos protectores de ella, fueron los que nos llevaron a Tumbichucue, territorio que nos recibió con agua y que nos invitó a seguir.

Empezó el Dialogo, la Flauta inició la conversa, el Tambor y la Charrasca continuaron. A ritmo de bambuco, pasillo y marcha nos entendíamos, no importaba de donde fuéramos, porque ya en este territorio nuestras manos y los instrumentos haciéndose música, siendo un solo ser de palabra y acción ya convocaba con fuerza, dando inicio a la charla que acompañaría la noche. Una conversa casi sin fin, remojada con guarapo de caña, que pasaba de mano en mano, que era brindado y que llenaba de alegría este encuentro de flautas y tambores en Territorio Nasa.

En la tulpa, donde se cocinaba el mote, muchos se juntaron para continuar tocando los ritmos que nos convocaban, el calor de ese espacio abrazaba los tambores los hacia más sonoros, permitiendo retumbar con más fuerza. A la flauta se le brindaba guarapo, al flautero también, las melodías continuaron con firmeza durante toda la noche.

En la cocina, en tres fondos se cocinaba el desayuno del segundo día del encuentro, sopa, pan y café era el menú de ese primer golpe, la fila no se hacía esperar, con plato, cuchara y vaso, los participantes se encontraban ya impacientes.

Las melodías se seguían entonando, el sol ya se asomaba, las autoridades con micrófono en mano empezaban a convocar al recorrido que nos llevaría a conocer uno de los lugares más sagrados de este bonito territorio llamado Tumbichucue.

Se caminó con tambores al hombro, con flautas y charrascas en la mano, fueron 8 horas de camino, en las que la música dio la energía necesaria para continuar, se fue abriendo camino, los niños, las niñas, los mayores y las mayoras en cada paso mostraban la fuerza de todo un pueblo.

Llegamos a la Quebrada del Hacha, una quebrada que cuyas aguas son de uso medicinal, que dan fuerza a los niños y niñas al ser bañados en ella. El segundo punto donde llegamos fue al Cerro del Tesoro, una travesía cuyos caminos poco explorados, nos daban la bienvenida. El Cerro el Tesoro, recibió con buena energía a las y los músicos, cuyo corazón chirimero les permitió andar esos caminos, llenándolos de música, pidiendo permiso. El último lugar que visitamos fue La Cascada La Peña, quien también nos recibió y nos llenó de fuerza, la música a un lado de ella agradecía por permitirnos llegar a conocerla.

Llegamos nuevamente al espacio de encuentro, más música nos recibía, nos llamaban a la cocina, eran ya las cinco de la tarde, la jornada no podía terminar, ya que si llegamos a este espacio fue para darle vida esos seres espirituales que habitan y responden al llamado de la flauta y el tambor y cuyo legado hoy trasciende en los niños, en las niñas, en mujeres y jóvenes y sobretodo en mayores que no han dejado que el Dialogo de Flautas y Tambores de los andes termine.

Llegó el tercer día del encuentro, en la cocina mujeres y hombres ya casi llamaban a desayunar, en la tulpa ya se estaba cocinando el mote para el cuido, un reconocimiento a quienes participaron, el guarapo iba y venía, el chirrincho también, los saludos, las despedidas también se juntaron, justo en el momento en que llaman a desayunar. Algunos ya debían partir, así que no se les demoró, se les hizo un reconocimiento y se les invito a participar el próximo año, en un nuevo encuentro.

Los abrazos fueron y vinieron, las manos se apretaron, cada quien cogió su instrumento se subió a la chiva y hasta una próxima, porque en el camino nos estaremos encontrando siempre y cuando la flauta siga punteando esas melodías que saludan la montaña, convocando nuevamente al tambor y la charrasca a un nuevo espacio en donde habita el territorio hecho música.

Por: Programa de Comunicaciones CRIC