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Cultura, espiritualidad, resistencia: El arte en los pueblos indígenas
A diferencia del castellano y otras lenguas, no existe la palabra “arte” como concepto único en ninguna de nuestras lenguas ancestrales. Eso significa algo muy profundo que es ante todo la complementariedad de vivencias y sentimientos.
Es así como desde el pájaro que canta, de la nube que se forma, de la montaña que resuena, el viento que sopla y los sueños que avisan el porvenir u orientan. Nosotros como pueblos ancestrales plasmamos estos vínculos de comunicación con el cuerpo en el cateo, en el tejido, la pintura, las danzas, el canto, la comida, la oralidad; en el arte. Este modo de plasmar nuestra voz, nuestro legado, nuestra forma de resistir simbólica, mágica y mística es la comunicación indígena.
Así se teje la propuesta de crear la Minga de Arte, de armonizar un espacio tradicionalista y a veces excluyente como lo ha sido el Parque Caldas en la ciudad de Popayán. A este sitio llegamos, no marchando en reclamo de nuestros derechos, sino mostrando nuestra riqueza cultural, la misma que ha sobrevivido a los cambios que impuso la conquista, la colonización, y la conflictiva sociedad en la que aún vivimos y resistimos desde nuestros territorios.
Vivir del arte y traer el arte hasta nuestros días sigue siendo el desafío no solo de esta generación, sino de las venideras. Por este motivo queremos celebrar con flautas y tambores y hacer ver que otro modo de resistencia es posible.
Lograr incidir en el imaginario y en las palabras es nuestro objetivo, puesto que se cree que minga es igual a protesta o que los y las indígenas solo somos rebeldes, por esta razón la minga buscó mostrar que somos todo un entramado de riquezas, sueños e ilusiones. También sirvió para mostrarnos lo que comunicamos, creamos y las diversas formas de ver y entender el mundo.
Indígenas artistas desde el abuelo que cuenta historias, la mujer que teje jigras, el niño que canta, el joven que aprende a tocar la flauta, el colectivo que hace muralismo, las muchachas que escriben en Nasa Yuwe, el sabedor tradicional que interpreta sueños, la madre que hace trenzas a sus hijas, el hombre que hace sombreros, la niña que danza. Nos hacen creer y saber que artistas somos todos, y que ese tejido es para otros y para nosotros porque en este intercambio es que somos, nos encontramos y creamos. Esperamos que esta minga del arte siga siendo un espacio de encuentro, de intercambio para revitalizar en la celebración, las diferentes formas de interpretar el mundo. En la revista número 4 les mostramos cómo fue la Minga del Arte en las páginas 8 al 23.