Mamik Mera: Juntos comemos

Ritual Mayor de las ofrendas del pueblo Indígena Totoroez

Cada primero de noviembre en distintos pueblos se espera con ansias la visita de los y las alegres, aquellas personas que se nos adelantaron en el camino y que desde el otro espacio nos acompañan en esta lucha por la vida.

Cuentan las mayoras, que es durante este mes en donde “las animas benditas” bajan a compartir con nosotros, llegan con hambre y sed, llegan cargados de memoria y junto al viento echan a andar la palabra dulce con la que caminaron en este espacio.

Ellos anuncian su visita por medio de sueños y se presentan en forma de mariposas, vuelan alrededor de la casa, se acercan al altar e invitan a los demás a la mesa, es una fiesta que quienes nos llamamos vivos, organizamos para ellos.

En el pueblo Totoroez, desde muy temprano cada familia se organiza para recibirlos, preparan mote, pelan gallina, hacen pan, dulce, arepas “preparan de todo” para este importante día. Al altar le van sumando variedad flores, frutas y bebidas y “que mejor si tiene fotos” para poner en él y sino, basta con solo nombrarlos que ellos y ellas llegan, un radio no está demás y es la mejor compañía para los y las alegres, que durante la noche del primero y la madrugada del dos de noviembre nos visitan.

En simultáneo, en el Centro de Integración Ciudadana del Colegio Indígena, Vereda Betania, Sección Zabaleta, se organiza la ofrenda colectiva, la lluvia acompaña esta jornada, el trueno hace su intervención durante toda la noche y mientras todos duermen, va llamando a cada una de las personas que al igual que él, protegen el territorio. Ellas van llegando y a la luz de las velas se alimentan del aroma que cada alimento produce, comparten unos con otros, toman, baila, ellos y ellas están contentos porque, a fin de cuentas, no están muertos, en esta fiesta es en su nombre, es por ellos y ellas.

Llega la mañana del dos de noviembre, con ella la alegría del sol, quien vistiendo de amarillo avisa que ya es hora de compartir la ofrenda, que los alegres se han marchado hasta una próxima cita.

En las casas recogen la ofrenda, calientan los alimentos, los sirven y así empiezan el día. La jornada es larga, una familia lleva a la otra un poco de lo que puso en el altar y en trueque comparten la alegría de haber sido visitados.

Mientras tanto, en el Centro de Integración, a ritmo de flauta y tambor se convoca a la comunidad, llegan con sus mochilas, sus ruanas y los sombreros hechos en paja. Los mayores y las mayoras acuden a esta importante cita, la dignidad y la memoria hacen presencia junto con ellos. Los corazones se estremecen en medio de la palabra, los olores, sabores, la danza y los recuerdos que caminan sin afán por el Pueblo Totoroez.

Jóvenes y niños danzan en nombre de esa memoria, reviviendo con fuerza el andar de sus ancestras y ancestros en este tiempo de ofrenda. A lo lejos una voz, un grito que nos convoca y los convoca “así es y seguirá siendo, hasta que yo muera no se ha de acabar mi cultura. Así me lo enseño mi mamá y así será hasta el día que yo me muera” menciona la mayora Carmen en el ritual mayor de la ofrenda.

Se reparte la ofrenda a la comunidad, nadie se va sin su parte. Todas y todos están contentos ya que en el territorio hay abundancia. Se come, se toma chirrincho y se danza en nombre de los que ya no están para así, ir cerrando la cita más importante de este mes en donde los alegres llegaron (como cada año) avivando en nosotros la lucha soñada desde la libertad y alegría de ser con la tierra.

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Por: Programa de comunicaciones-CRIC y Radio Payumat

 

Revista Unidad Álvaro Ulcué edición 4 – 2019

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LAS MINGAS INDÍGENAS Y POPULARES EN LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XXI

La Minga es el trabajo colectivo aplicado en las comunidades indígenas y campesinas del Abya Yala para sacar adelante un propósito común y/o de solidaridad y cambio de mano con una familia, pero siempre con participación de una gran parte de la comunidad. Conlleva el trabajo conjunto, pero también la comida y el compartir ella incluso llevando para la casa de cada uno(a) de los participantes.

Minga ha sido el nombre adoptado a partir de 2004 para las movilizaciones populares en el
Cauca para sacar adelante el propósito común de hacer vigente la constitución del 91, por lo cual algunas han sido más políticas y otras han sido más reivindicativas (exigir el cumplimiento de la norma pero llevando algo en la jigra).

Anteriores a estas mingas se habían realizado las grandes movilizaciones de la Salvajina,
Novirao, La María, el Suroccidente colombiano, obteniendo reivindicaciones para cada sector, con actas luego incumplidas en su mayoría, que para el movimiento indígena del Cauca se concretaron en el reconocimiento del CRIC como autoridad indígena tradicional y en la expedición del decreto 982 de 1999.

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Cultura, espiritualidad, resistencia: El arte en los pueblos indígenas

A diferencia del castellano y otras lenguas, no existe la palabra “arte” como concepto único en ninguna de nuestras lenguas ancestrales. Eso significa algo muy profundo que es ante todo la complementariedad de vivencias y sentimientos.

Es así como desde el pájaro que canta, de la nube que se forma, de la montaña que resuena, el viento que sopla y los sueños que avisan el porvenir u orientan. Nosotros como pueblos ancestrales plasmamos estos vínculos de comunicación con el cuerpo en el cateo, en el tejido, la pintura, las danzas, el canto, la comida, la oralidad; en el arte. Este modo de plasmar nuestra voz, nuestro legado, nuestra forma de resistir simbólica, mágica y mística es la comunicación indígena.

Así se teje la propuesta de crear la Minga de Arte, de armonizar un espacio tradicionalista y a veces excluyente como lo ha sido el Parque Caldas en la ciudad de Popayán. A este sitio llegamos, no marchando en reclamo de nuestros derechos, sino mostrando nuestra riqueza cultural, la misma que ha sobrevivido a los cambios que impuso la conquista, la colonización, y la conflictiva sociedad en la que aún vivimos y resistimos desde nuestros territorios.

Vivir del arte y traer el arte hasta nuestros días sigue siendo el desafío no solo de esta generación, sino de las venideras. Por este motivo queremos celebrar con flautas y tambores y hacer ver que otro modo de resistencia es posible.

Lograr incidir en el imaginario y en las palabras es nuestro objetivo, puesto que se cree que minga es igual a protesta o que los y las indígenas solo somos rebeldes, por esta razón la minga buscó mostrar que somos todo un entramado de riquezas, sueños e ilusiones. También sirvió para mostrarnos lo que comunicamos, creamos y las diversas formas de ver y entender el mundo.

Indígenas artistas desde el abuelo que cuenta historias, la mujer que teje jigras, el niño que canta, el joven que aprende a tocar la flauta, el colectivo que hace muralismo, las muchachas que escriben en Nasa Yuwe, el sabedor tradicional que interpreta sueños, la madre que hace trenzas a sus hijas, el hombre que hace sombreros, la niña que danza. Nos hacen creer y saber que artistas somos todos, y que ese tejido es para otros y para nosotros porque en este intercambio es que somos, nos encontramos y creamos. Esperamos que esta minga del arte siga siendo un espacio de encuentro, de intercambio para revitalizar en la celebración, las diferentes formas de interpretar el mundo. En la revista número 4 les mostramos cómo fue la Minga del Arte en las páginas 8 al 23.