Texto y fotos: Lina Calderón

Los resistentes Nasa retoman la finca de la que fueron desalojados con violencia el pasado viernes. La guerra sigue en los territorios a pesar de los discursos y de las manifestaciones urbanas por la paz.

A la una de la mañana la luna antes llena ya empezaba a menguar. Desde la tulpa en construcción de la Hacienda La Emperatriz, en el municipio de Caloto (Cauca), el The’ wala(médico tradicional Nasa) daba un mensaje luego de cuatro horas de preparación para el ritual de armonización: tendrían que cuidarse quienes liberaban la tierra. Hace 25 años allí mismo, terratenientes, narcotraficantes y militares planearon una de las masacres que más recuerda el pueblo indígena Nasa: la Masacre del Nilo, en la que fueron asesinados 20 indígenas. Las premoniciones del The’ wala anunciaban un ataque similar. Por eso, luego de la armonización insistió tantas veces como pudo en que los liberadores y las liberadoras tendrían que protegerse mientras continuaban liberando a la Uma Kiwe (Madre tierra).

Han pasado dos semanas desde el encuentro en La Emperatriz para la minga de comunicación por la liberación de la madre tierra lleva cuando se celebra el plebiscito con el que se pretendía refrendar los Acuerdos de Paz entre el Gobierno y las FARC-EP. Tras la victoria del ‘No’ ha germinado una movilización civil que crece y pide que se mantenga el cese al fuego bilateral mientras se sale del limbo político en el que quedamos luego de que los acuerdos no se refrendaran. En respuesta a la coyuntura, el presidente Juan Manuel Santos anunció en los medios que el cese al fuego se mantendría hasta el 31 de octubre. Los discursos no dan basto.

El viernes 14 de octubre, por algunos medios de comunicación populares, surge una noticia: “Fuerte arremetida contra las y los liberadores de la Madre Tierra”. A las seis de la mañana de ese día, un ataque militar arrasó con la tulpa apenas en construcción, con los ranchos y cultivos de quienes cuidaban La Emperatriz, tierra liberada de las manos de quienes 25 años antes habían planeado en ese mismo lugar una masacre contra el pueblo Nasa. Durante el ataque del pasado viernes, seis comuneros resultados heridos, 12 soldados fueron retenidos (y siguen bajo custodia de la guardia indígena) y fueron desalojados todos los liberadores y liberadoras que resisten desde hace dos años en la hacienda. La fuerza pública lanzó gases lacrimógenos lo que causó no solo el desalojo de quienes estaba en La Emperatriz, sino de las comunidades cercanas a la hacienda.

Los liberadores del Resguardo de Huellas (Caloto), unas 300 personas, arriaban las vacas para que poquito a poquito acabaran con las más de 10.000 hectáreas sembradas de caña para la producción de combustible. Y así, desde la acción y el camino de la palabra, el pueblo Nasa ha hecho tomas de terrenos que deben ser liberados. No obstante, la guerra continúa y, al parecer, la premonición del The’ wala se está acercando. Mientras la movilización ciudadana continúa tomándose el centro de las ciudades principales y la siguen mediatizando como una respuesta (tibia) a la urgencia de paz, en los pueblos la guerra permanece, no aplica el alto el fuego.

Hoy domingo 16 de octubre los liberadores y las liberadoras desalojados por las fuerzas militares han vuelto a La Emperatriz. Y si la movilización civil urbana tiene algo que aprenderle al movimiento del pueblo indígena Nasa, es su capacidad de resistencia.