Enfrentar la pandemia del COVID 19 aquí y ahora desde Colombia (y otros países) expone, o debería estarlo haciendo, el imperativo de nuestra rebeldía y resistencia; de nuestra insubordinación. En lugar de esto, plantea este texto de un profesional de la salud, el orden global se consolida, disciplina y cuenta con nuestra complicidad. Empieza por exigir el aislamiento «responsable» de quienes ya han sido aisladxs por el desprecio en el olvido, mientras manosea, entre ellxs primero a quienes sin vergüenza invoca como «nuestros ancianos», desde el vocero del mismo poder que suprimió a la fuerza su sistema inmune a fuerza de negarles derechos, libertades y su dignidad. ¿Cómo pensar, entender y contender la pandemia del COVID 19 desde la dignidad de los pueblos? ¿Cómo no agacharnos en medio de la peste ante el poder que la engendra y de ella se beneficia reclutándonos? ¿Cómo Así? Contradicciones. ¿Dónde Estamos? En tiempo real. Pueblos en Camino (Fotografías de ancianxs indigentes de diversos medios y del 21N)

Emancipación y lucha en tiempos de pandemia;
Parar, ponernos de pie

Uno se pone a pensar si siquiera vale la pena comentar. El disciplinamiento moralista que tan nítidamente define el bien y señala irresponsables, amenazas y apestadxs mientras decreta, reglamenta, ordena y somete con el soporte de datos en expansión de casos, contagiadxs, muertxs, recuperadxs y la forma en que el lenguaje del poder y de los estados se replica y emula no sólo en cada casa y barrio, sino en una tras otra organización y movimiento social, comunitario, urbano y rural de todo tipo. Se trata de “derrotar al virus” y esto “está en nuestras manos”. Medios de comunicación y estados, gobernantes, tienen la palabra y el poder y es por nuestro bien. No hay, aparentemente, espacios para cuestionar, para continuar con el camino de las resistencias y las revoluciones. Ahora, de nuevo, como tantas veces, pero a nivel global y penetrando todos los espacios y todas las consciencias, lo que hay que hacer es encerrarse, no salir, lavarse las manos y reportar/señalando. No hacerlo es matar a “nuestrxs ancianxs”, hacernos cómplices de la muerte. No tiene sentido ahora luchar contra el establecimiento. Eso después, cuando derrotemos el mal desde la disciplina y la obediencia.

Habrá tiempo y necesidad luego de hacer preguntas e indagar sobre el origen del COVID 19 y si hay o no beneficiarios que o lo diseñaron y sembraron o que ejecutan planes para beneficiarse del mismo, para beneficiar el capitalismo global en crisis, el patriarcado, la economía global y determinados sectores. Habrá tiempo y será necesario hacer todo esto y nadie en su sano juicio y razón puede argumentar que estas y muchas otras preguntas no son racionales, razonables e indispensables. Hay suficiente historia detrás del poder del capitalismo para justificar indagar y explorar, tantas como razones para saber que el establecimiento seguramente se negará a hacerlo porque encubre en principio y para protegerse. Pero no es ni la hora ni la prioridad, por lo menos de estas reflexiones y preguntas que comparto, para priorizar este asunto. El COVID 19 existe, está contagiando, matando, expandiéndose y hay que tomar medidas para enfrentar la pandemia. Lo uno no niega lo otro: los pone en su lugar.

En cambio, esbozo apenas desde lo que observo, particularmente desde Colombia (y otros países) y señalo para comenzar (ojalá) algunas preguntas y actitudes que están siendo ignoradas. Sin ordenarlos ni priorizarlos, van algunos asuntos:

Los gobiernos y los medios ordenan a las gentes no salir de casa, a la vez que reportar si alguien tiene síntomas de gripa y fiebre a las autoridades sanitarias. En primer lugar hay que señalar que el mensaje se dirige a unas sociedades de “clase media” o aún más pudientes. Se hablan entre ellxs como si fuéramos todxs así. Nos conminan a permanecer en casa, a buscar actividades para no aburrirnos, a compartir en familia con lxs hijxs, etc. La propaganda, como los comerciales a los que nos tienen acostumbrados los medios comerciales, se dirigen a clases propietarias, como mínimo asalariadas, cuya máxima incomodidad es tener que permanecer en sus casas y apartamentos privados o trabajando y estudiando de manera virtual. La mayoría de la gente asalariada no sobrevive con los ingresos de su salario, pero además, la mayoría de la gente sobrevive a duras penas de trabajos informales y rebusque con varios trabajos simultáneos y los que puedan aparecer. La gente vende minutos de celular, lotería, café, golosinas, domicilios… La gente hace malabares en las esquinas, en los semáforos, la gente pide limosna, las mujeres son empleadas de servicio doméstico. No voy a hacer la lista. No se puede! La gente, en síntesis no es la gente a la que se dirigen los gobiernos y los moralistas, naturalmente, porque esta gente es y ha sido siempre la misma, el mayor y más eficiente producto de la historia nuestra: el olvido. Permanecer en casa para la mayoría y obedecer responsablemente a los decretos y órdenes de estado, es imposible y suicida. Si no salen y no venden, y no se venden en la calle, no hay sistema inmune, porque el hambre es el mayor y más generalizado inmunosupresor en nuestras sociedades, porque el hacinamiento es la más común y establecida forma de habitación, porque no hay agua para estarse lavando las manos con jabón constantemente, porque aún si el ejército y el estado reparten propagandísticamente antisépticos como actos de caridad, no alcanzan ni sirven en las condiciones de rebusque establecidas. Con señalar únicamente este punto queda claro, la estrategia de prevención del COVID 19, tal como se viene haciendo, ignora, olvida y desprecia a la mayoría de la población de este y de la mayoría de los países del mundo, pero además, sobre estas víctimas tanto del COVID 19 como del moralismo de la contención de la pandemia serán judicializadas sin apoyo ni protección.Doblemente víctimas sin salida.

Si uno procede a reportar, habitante del olvido, desde estas condiciones y de manera responsable, vagos síntomas de gripa, como es bueno y necesario que se haga para poder hacer seguimiento a la pandemia y diseñar acciones de contención, se supone que el sistema de salud hará una visita domiciliaria, las pruebas diagnósticas y las recomendaciones de aislamiento y tratamiento sintomático. En primer lugar, todo esto lo entiende la gente que no es “clase media” como “cuarentena”…y la cuarentena para una vendedora ambulate, para una familia desplazada por la guerra para el extractivismo y los megaproyectos, en fin, para la mayoría de la gente, es la muerte, mientras que, según explican los medios, la mayoría de la gente se recupera o tiene síntomas menores, lxs niñxs en general no son afectadxs y las víctimas más vulnerables, ancianxs e inmunosuprimidxs, no son la mayoría de la gente. No lo sé, pero imagino que hay un cálculo razonable desde la angustia y el afán por sobrevivir que consiste en poner todo sobre la balanza y no reportar, ponerse un tapabocas, si lo consigue a un precio accequible porque aprovecharon para subirles, hacer lo posible por lavarse y seguir con la vida como se pueda, sencillamente porque reportar y portarse como lo ordena el estado, pues no resulta viable. Eso es para otrxs.

Pero no debo dejar por fuera lo que se encubre de manera sistemática. Este país (y la mayoría de los otros) no tiene un sistema de salud. Uno reza cotidianamente para que no le pase nada y no necesite atención médica. El sistema mercantil de aseguramiento universal establecido para capitalizar empresas financieras con el pretexto de la salud, no sólo es difícilmente accesible, sino que niega sistemáticamente derechos, maltrata, arruina y enferma…y esto sin la pandemia! Ahora nos hablan de “autoridades de salud”, de atención, de medidas, de cuidado de la vida, cuando la desprecian y para eso es el sistema de salud de Colombia (y de otros países). Los “paseos de la muerte” a los que se somete gente con necesidad de atención urgente para problemas graves de salud, para morir o complicarse en recorridos eternos, la negativa a brindar servicios, la imposibilidad de obtener autorizaciones siquiera para pruebas diagnósticas, el que sea normal, por ejemplo, que una mujer embarazada deba buscar una ecografía privada porque ya tendrá meses o años de edad la criatura para cuando la entidad la autorice, en fin, que por ley y de hecho, la mercantilización de la salud, desde el desmantelamiento de la salud pública hasta la exclusión sistemática de la atención y su deterioro aterrador, son hechos no sólo incontestables, sino irreparables, porque los intereses creados y las ganancias que genera esta estructura perversa están en manos de quienes son el establecimiento y tienen a su cargo enfrentar a nombre nuestro desde el Estado la Pandemia de Corona Virus que cae sobre este sistema, o más claramente, sobre el dispositivo de capitalización a costa de enfermedad y muerte que ha suplantado con discursos rimbombantes y falsos al ya deficiente sistema de salud que existía. Es que las “clases medias” que nos exigen responsabilidad y aislamiento en casa y trabajo y educación virtual, crearon la salud del olvido para protegerse en lo particular negando el dolor y la ruina masivas que ahora orientan la protección y la contención de la pandemia.

Anoche, el Presidente de la República de Colombia (habrá otros en otros países haciendo lo mismo) hacía su alocución diaria para invocar la unidad en “nuestra” lucha común contra la pandemia, una “causa de todas y de todos”, poniendo énfasis en “nuestros” mayores de 60 años que han trabajado toda la vida y merecen nuestra protección. Este Presidente y este gobierno (como el de todos los demás países) han negado, preparado, promulgado todas las reformas posibles para matar a “nuestros” mayores de 60 años de físico desprecio. Reforma tributaria que pone IVA aún a la canasta básica y retira subsidios y seguridad social ya escasa y lamentable a la mayoría, reforma laboral que aumenta la explotación, empobrece, genera hambre y convierte la supervivencia y el ahorro en privilegios, reforma pensional que aumenta la edad de jubilación y reduce el acceso a pensiones en un país en el que ya 8 de cada 10 de “nuestros” mayores de 60 no tienen acceso a ningún tipo de pensión (y lxs otrxs dos tienen que pasar por un calvario de abusos, robos, demoras, maltratos, abogados que sacan tajadas para obtenerla). Un Presidente que juró junto con el partido de gobierno, no estar considerando dicha reforma y que puso a la Ministra de Trabajo en la cartera de Gobierno para pasar la reforma pensional. Estas son apenas algunas de las partes de un paquetazo de reformas cuyo fin es salvar la economía de los ricos empobreciendo y sumergiendo en el olvido y la miseria sin derechos ni libertades a la mayoría. Es que la gente no puede asumir el aislamiento que ordenan por nuestro bien desde el gobierno, porque el gobierno ya empujó a la gente a la epidemia del hambre, la malnutrición, la debilidad, la vulnerabilidad. Porque en Colombia, la mayoría de la gente ya está aislada del derecho a sobrevivir y ahora se nos ordena podrirnos calladamente por el bien de todxs.

Pero no se nos olvide que este país se levantó el 21N en un gran Paro nacional, no sólo contra este paquetazo, que Duque y su partido impusieron durante la mayor movilización nacional de las últimas décadas contra las mismas, sino que además, nos paramos contra la fuerza pública que bombardea a sabiendas campamentos y lugares donde hay niños y les masacra y esconde, se alía, entrena, arma y comanda paramilitares, asesina civiles y los presenta como muertos en combate y como reconocimiento por estas acciones criminales reciben ascensos a los más altos cargos y rangos de estas fuerzas. Asesinan y lesionan permanentemente (los ojos por ejemplo) a quienes protestan de manera pacífica. Están involucrados en los actos más aterradores de corrupción. Son descubiertos amenazando, persiguiendo y matando a quienes desde dentro no toleran más estos abusos y filtran verdades y se encuentran articuladas de manera corporativa y por ganancias a estructuras mafiosas. En Colombia (como en otros países) no se sabe si los armados son de este u otro bando, porque pasan de uno a otro para beneficiarse y beneficiar a quienes nos roban libertad, derechos, territorios, dignidad y también la vida. Esta misma fuerza pública recibe ahora la orden de protegernos de la pandemia mientras el gobierno, para encubrir todo lo dicho y mucho más frente al COVID 19, avanza hacia el toque de queda, el estado de sitio y la militarización de toda la sociedad.

Pero el 21N nos levantamos también porque no sólo la fuerza pública es corrupta, lo es el gobierno, desde el Presidente para arriba y para abajo. Mientras exigíamos que no pasaran leyes para garantizar impunidad a corruptos, parapolíticos, asesinos, ladrones del presupuesto público con nombre propio durante el paro, pasaron las leyes de impunidad y se hicieron públicas evidencias de compras de votos en una articulación recurrente de ganaderos- paramilitares, narcotraficantes, empresarios y políticos. Pero este es apenas un ejemplo. El gobierno que cuida a “nuestros” ancianos, es diseñador, gestor, cómplice y beneficiario del narcotráfico, una política de estado en Colombia (y en otros países). Pero es además un gobierno corrupto, parte de un establecimiento corrupto. La integridad e integralidad para el robo de lo público articula en Colombia (y en otros países) a gobernantes, congresistas, funcionarios públicos, partidos políticos, banca, transnacionales, empresas, narcotraficantes…es un orden mafioso, criminal cuyo motto es “La codicia es ley y robar es sagrado”

Nos levantamos también para que detuvieran y no siguieran con megaproyectos mineros, hidroeléctricos, de agronegocio, deforestación, extractivistas y no sólo siguen, sino que anuncian y comienzan muchos más en la Amazonía, el Macizo Colombiano, el Catatumbo y otras regiones. De hecho, están destruyendo a toda Colombia (y otros países también) desplazando a la gente, despojándola de su tierra (en un país donde más del 60% de lo que comemos aún proviene de pequeñas producciones familiares) empezando por destruir nuestra soberanía alimentaria para poner la tierra al servicio de la mercantilización que envenena, engendra hambre y solamente produce ganancias para unos pocos. Ni agua limpia nos va a quedar. Esa es la principal causa del deficit inmunológico de “nuestros” ancianxs que el Presidente sin vergüenza nos ordena proteger con medidas de aislamiento y órdenes.

Lo más angustioso en este panorama es la ausencia de debate y trabajo para seguir con la lucha contra este orden de muerte ante la pandemia. Sí hay que conocer el COVID 19 y contenerlo, pero no a costa de someternos y relegitimar este poder putrefacto que, en primera instancia y a nivel global (tema de un debate pendiente) por confinarnos, podrir el planeta para generar ganancias cada vez más concentradas y generar excedentes de población y capital con deficit de vida necesita de guerras y pandemias para superar su crisis. Hay que conocer y contener este virus aquí y ahora de manera práctica, pero desde el nosotras y nosotros en paro, de pie y en el camino hacia la consciencia de nuestra libertad y desde el olvido al que nos han obligado y en el que pretenden acabar de aislarnos obedientes. El Presidente preocupado por la economía toma medidas con el Consejo Gremial y los grandes empresarios, consulta a las cadenas de turismo, hoteles, a las aerolíneas, a las empresas. Dicta medidas para protegerles. Aún los propios movimientos y procesos llaman a la unidad y a cerrar filas disciplinadamente para derrotar el virus bajo la orientación de este establecimiento gestor de epidemias, de despojo y abuso y replican, repiten y emulan las políticas de estado. Yo pregunto para terminar si los movimientos, procesos, “clases medias” que hablan con la boca llena reclamando disciplina y señalando apestados irresponsables, no se tendrían que poner el espejo de la vergüenza y reconocerse allí. La principal medida para enfrentar la epidemia de COVID 19, contenerla, atender sus víctimas, prevenir muertes y superarla, siendo necesario el reporte y el aislamiento es, sin duda, generar aquí y ahora los recursos y los mecanismos y las tareas para garantizar que la mayoría de la gente pueda aislarse, alimentarse, ser atendida, compartir en familia, no someterse al hacinamiento, no ser perseguida y no recibir no sólo el peso de la enfermedad sino el del señalamiento y la persecución de un Estado (no sólo el gobierno) que a la pandemia le suma el desprecio para ratificar y consolidar el olvido. Ni esta ni ninguna otra pandemia se enfrenta y se supera desde el poder, ni desde los estados, ni desde las clases medias. Se enfrentan moviendo nuestras capacidades, sensibilidades y recursos contra un establecimiento que con nuestra complicidad se arroga el derecho y nos lo otorga de señalar cuando lo que tenemos que hacer es justamente organizarnos y trabajar ya contra la peste del olvido que reproducimos. Ejemplo digno: Por Corona Virus el EZLN cierra caracoles y llama a no abandonar las luchas actuales. Como siempre, no esperan que les imitemos, pero su espíritu de resistencia y rebeldía, nos reclama y nos inspira. Triste contraste frente a tanta declaración que no sólo refleja el abandono de luchas sino que aprovecha la pandemia para fines egoístas.

Ahora mismo, cómo movilizarnos y organizarnos para conseguir, exigir, mover fondos, recursos, logística para que millones puedan quedarse en casa y protegerse en Colombia (y en otros países) y que no además de exigírselo y obtenerlo del gobierno, que son ellos con lo nuestro, salga de las organizaciones que con discursos de lucha y revolución  se han burocratizado y viven de presupuestos del establecimiento y de la cooperación mientras pronuncian discursos y señalan sin vergüenza. Cómo imponer el derecho al cuidado y a la atención con dignidad. A la alimentación, a la salud, a la justicia, a la libertad. Nos toca asumir a nuestrxs ancianxs, hacerles nuestrxs y exigir también con ello, que se les respete. Nos toca hacer la lucha a todas y todos y no escudarnos en la cómoda farsa que encubre y mata. Nos toca pararnos; ponernos de pie. Porque la pandemia nos demuestra de un golpe que un paro no es solamente una marcha o unas movilizaciones sino una mentalidad digna, organizándose y en marcha…¡YA! Limosna no! Solidaridad, organización, lucha, resistencia y rebeldía! El paro es nuestra agenda por la dignidad. Parar la pandemia es ponernos de pie.

Emmanuel Rozental M.D.
Pueblos en Camino
Tejiendo resistencias y autonomías
Vereda Quitapereza, Cauca,
Colombia-Abya Yala

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