Ya son dos años después de que los autores armados le arrebataron la vida a nuestro amigo, compañero, comunicador y Kiwe Thegna (guardia indígena) Eider Arley Campo Hurtado son días de tristeza desde que no estás, a pesar de que en este espacio recorriste poco tiempo, nuestra comunidad te recuerda como si hubiera pasado muchísimo más.

En horas de la mañana de hoy familiares y amigos llegan al sitio donde conviviste tu niñez, donde corrías, gritabas y aprendías que el movimiento indígena eras uno de los pilares fundamentales en nuestros planes de vida. El sol brilla fuertemente en horas de la mañana y tu comunidad se levanta hacer arreglos, los plásticos negros se extienden alrededor de tu casa y un mural con mensajes de los seres más allegados te escriben, junto al patio se sacrifica un semoviente para que las personas que visitan tengan una buena atención, las mayoras pelan papa y los mayores entierran los tronchos de cabuya para poder hacer el fogón y cocinar los alimentos; el día trascurre, los acompañantes recuerdan cada una de tus acciones en territorio y cuando se llega al momento de tu partida a consecuencia de un conflicto que no nos pertenece, todos se ponen tristes, unos dicen no hay que estar así, pues tus acciones fueron en legítima defensa y que cada uno de nosotros debemos continuar con el ejemplo de proteger nuestra Madre Tierra.

El día empieza a volverse gris y llueve, pensamos «será que te molestaste?» pero después de un tiempo escampa y posterior a esto empieza a llegar más y más personas, todos compartimos el almuerzo, pasamos a visitar tu espacio de siembra “Fxnuu” junto  a tu casa y continuamos recordándote y dialogando con tus anécdotas de vivencia: música, arte y el empoderamiento que tenías por el territorio.

Tu recuerdo llega a todos los que acompañamos con una suave brisa y nos trae el sentimiento de seguir caminando este proceso y honrar el legado de la gente que ha ofrendado su vida. Tus acciones, palabras y pasos se enraizaron por siempre en nuestros corazones y nos brindan la fuerza necesaria en momentos tan difíciles.

Los niños te escriben mensajes, los mayores te recuerdan con gran cariño y esa enseñanza que dejaste va creciendo bonito porque se abona de amor y memoria.

Llueve de nuevo y esas canciones de flauta y tambor que entonaste y bailaste tantas veces empiezan a sonar; todo para decir que aquí estamos, te sentimos con nosotros y siempre te recordaremos, guerrero.

Por Programa de comunicaciones CRIC

Compartir