La lucha entre hacendados y sectores pobres aun existen en el país, así ocurre en el sector de Machachi (al sur de la ciudad de Quito) que por muchos años se han encontrado en litigio.  Por un lado tenemos a un hacendado y por otro está la comunidad conformada por 285 jefes de familia (1500 personas) que han tenido que unirse para poder defenderse de los ataques del hacendado y así mantener la lucha por la propiedad de este territorio. 

Esta lucha por la tierra, se dio en el Municipio del Catón “Mejía”, provincia de Pichincha, lleva  generaciones en esta lucha por la recuperación de las tierras, esta hacienda denominada “San Antonio de Valencia” posee 1000 hectáreas que por su ubicación, clima y acceso al agua siempre ha sido muy productiva, así abasteciendo a los mercados internos de Guayaquil y Quito.

Los trabajadores agrícolas que habían desempeñado su labor dentro de la hacienda, presentaron un juicio de expropiación de esas tierras que estaban abandonadas y eran improductivas, únicamente se ejercía una actividad para el ganado.  Cabe indicar que en este conflicto, el Notario Telmo Ceballos ha estado viviendo de esta actividad, sin ninguna intención de producir la tierra.

La situación se torno insostenible para las casi 250 familias, por lo que optaron por conformar la Asociación de Trabajadores Agrícolas de “San Antonio de Valencia” para posicionarse frente a la administración de Estado con la toma de tierras.  Fue un proceso arduo que ante la insistencia reiterada y prolongada en el tiempo por parte de los trabajadores, se empezó a obtener frutos de esa lucha frente al hacendado.  Los juicios se empezaron a tornarse favorables utilizando la argumentación de que realmente estas tierras estaban precarias y abandonadas.

Lucha constante por recuperación de tierras ancestrales

En el 2011 salió el juicio de expropiación a favor de La Asociación de Trabajadores Agrícolas de “San Antonio de Valencia” en el Juzgado Vigésimo Cuarto de Garantía Penales de Pichincha. Una vez obtenida la sentencia favorable y una orden de expropiación a Telmo Ceballos, el Gobierno creó una partida presupuestaría donde tasó las tierras en 4.617.534,82, gracias a la presión que se llevo a cabo por parte de la asociación, a través  de multitud de movilizaciones que duraron cerca de 2 años, al Subsecretario de Tierras y Reformas Agrarias que pertenece   al Ministerio de Agricultura, Ganadería, Agua, Cultura y Pesca (MAGAP). A todo ello se le concedió un préstamo a 10 años a la Asociación con un tipo alto de interés.

El 22 de agosto, se volvió a tomar las tierras hasta que se logró que el subsecretario del MAGAP firmara definitivamente el desalojo de Telmo Ceballos, pero sin antes ser expulsados nuevamente por la fuerza del ejército y la policía produciendo innumerables heridos entre las mujeres, niños y ancianos.  Todo ello ocurrió cuando los propietarios de estas tierras eran la  propia Asociación que adquirió la Hacienda mediante la providencia del 24 de octubre del 2011 y protocolizada el 25 de octubre del 2010 ante el notario Doctor Luis Augusto Gallegos Zapata, inscrita el 13 de abril  del 2012 por orden del Juzgado Décimo Quinto de la Civil de Pichincha en sentencia dictada el 26 de marzo de 2012 y notificado por el juzgado  el 30 de marzo de 2012.

Luego del desalojo de este personaje nefasto Telmo Ceballos, la Asociación se ha  organizando en distintos grupos para trabajar dentro de la hacienda y así ir recuperando las tierras según el plan de manejo: “Implementación de un sistema agro pecuario y comercialización para la Hacienda San Antonio de Valencia, Machachi”.  Todo es en base a un proyecto que busca la soberanía alimentaría basada en el Buen Vivir, recogida en la Constitución de Montecristi,  donde hasta hoy la comunidad ha supuesto el motor que les ha dado la fuerza necesaria para conseguir las tierras e iniciar su cultivos.

Ahora mediante mingas que conforman cada familia es para transformar las tierras de la hacienda a favor de la población pobre, así trabajando en la recuperación de los caminos, el arado de las tierras, plantando trigo y papa entre otros, dándole un nueva vida y sentido a una hacienda que estaba destinada al lucro de uno sola persona.

Finalmente podemos decir que aun hay la lucha clases, donde los antiguos terratenientes adinerados siguen existiendo y son apoyados por funcionarios de los gobiernos de turno, así discriminando  al pueblo pobre considerados como un estorbo para conseguir sus fines.  Pero la justicia muchas veces tarda pero llega, porque la sabiduría y riqueza de identidad cultural es más fuerte que el abuso y la ambicia de la clase dominante.

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