Es común ver a los periodistas en las ruedas de prensa, estirando la mano, para grabar lo que dicen los funcionarios, al tiempo que guardan silencio frente a lo que escuchan.

En Colombia, de tiempo atrás, la prensa informa a través de lo que Javier Darío Restrepo llamó “periodismo de declaraciones”; en particular, aquellas que las fuentes oficiales suelen entregar sin mayor confrontación por parte de los periodistas que las reproducen. Es común ver a los periodistas en las ruedas de prensa, estirando la mano, para grabar lo que dicen los funcionarios, al tiempo que guardan silencio frente a lo que escuchan.

En el contexto de la Minga Indígena, las autoridades informaron que esta movilización estaba infiltrada por el Ejército de Liberación Nacional y las disidencias de las Farc-Ep. La prensa acogió, sin mayores cuestionamientos, los graves señalamientos de los organismos de seguridad del Estado.

Después de haber marchado, junto a otros sectores societales, sin perturbar el orden público en la capital del país, las declaraciones de las autoridades no solo quedan en entre dicho, sino que deben ser cuestionadas por los periodistas, editores y directores de medios masivos, que las reprodujeron ampliamente.

Cuando las fuentes mienten o se equivocan, como en este caso, las empresas mediáticas están en la obligación moral, ética y periodística de confrontarlas y cuestionarlas públicamente, en virtud de que los periodistas fueron usados como estafetas de unas versiones y señalamientos infundados. Salvo que se sientan cómodos sirviendo de amanuenses y de estafetas, la opinión pública espera que las autoridades entreguen las pruebas de que efectivamente la Minga Indígena estaba infiltrada por grupos al margen de la ley.

Si los medios no confrontan a las autoridades que hicieron semejante señalamiento a los indígenas Nasa, la opinión pública entenderá que su rol de reproductores de las fuentes oficiales, los convierte en actores políticos al servicio del Gobierno de Duque, el mismo que despreció a la Minga, pues no fue capaz de recibirlos para escuchar sus demandas. Por ello, los directores y editores de los grandes medios de comunicación deciden si ellos mismos y sus reporteros fungen como estafetas o como periodistas.

De igual manera, se esperaría que el Ministerio Público interviniera y exigiera a las autoridades que advirtieron de la infiltración subversiva en la Minga, la entrega de los indicios y las pruebas que respaldaron semejante señalamiento.

Adenda: los efectos políticos de la negativa a dialogar con la Minga, por parte de Iván Duque, se sentirán en el 2022. La #Minga hizo ver a Iván Duque como un infante, como un menor de edad; frente a la Minga, Duque fue inferior moral y éticamente  Vinieron los indígenas a quitarle la careta de demócrata. Quedó como un ser indiferente e indigno de llevar el título de presidente de todos los colombianos.

Columnista:

Germán Ayala Osorio

Tomado de: LaOrejaRoja

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