Recientemente fuimos conocedores y conocedoras de una carta pública de renuncia y denuncia por acoso sexual y laboral por parte de la compañera Sandra Milena Cobos, donde se responsabiliza al viceministro de los Pueblos Étnicos y Campesinos, Nelson Lemus, quien ha sido parte de nuestros procesos político – organizativos, como exconsejero zonal y regional, exautoridad y comunero indígena.
Durante estos años, nuestra organización se ha sumado a las diversas voces que reclaman justicia frente a hechos que vulneran la tranquilidad y el buen vivir de nuestros pueblos, en general, y las desarmonías que afectan a las mujeres, jóvenes y niñas, en particular. Hemos reconocido que muchas de estas desarmonías no son externas sino que, lastimosamente, también ocurren en nuestros territorios y comunidades. Por eso, hemos venido construyendo estrategias y propuestas de prevención, atención, remedio y no repetición de estas desarmonías y violencias físicas, sexuales, psicológicas, económicas y culturales hacia las mujeres en el marco del derecho propio y, en varios casos, en ejercicios de coordinación con la justicia ordinaria.
Lamentamos profundamente que las violencias hacia las mujeres continúen ocurriendo y abogamos porque los presuntos hechos expuestos anteriormente cuenten con todas las garantías para el proceso de investigación y la identificación de responsabilidades y sanciones a las que haya lugar. Nos parece fundamental que haya garantías para que los casos no queden en la impunidad y sea alcanzada la justicia.
Reafirmamos, una vez más, que nuestra apuesta de Buen Vivir debe garantizar que todos los seres tengan derecho a una vida libre de violencias en todas sus formas. De la misma manera, insistimos en que quienes ostentan cargos de autoridad y liderazgo deben, en razón de la dignidad de los cargos que les confieren las autoridades, dar ejemplo y encausar sus acciones hacia la garantía de los derechos de los pueblos indígenas y de las mujeres indígenas. Sin duda, esto hace parte de la lucha por la armonía para todos y todas en nuestros territorios y en todos los espacios que ocupamos.
Así mismo, como organización, nos mantenemos en reafirmar nuestro compromiso por una vida digna, segura y libre de todas las formas de violencias hacia las mujeres, jóvenes y niñas indígenas en sus casas, familias, comunidades, caminos, instituciones educativas, procesos organizativos y laborales.