En los años sesenta del siglo pasado, Colombia vivía las consecuencias de largos años de una violencia que desplazó a las comunidades rurales y las despojó de sus tierras. En el Cauca los terratenientes utilizaron como forma de explotación el terraje –una relación de carácter feudal, según la cual un indígena debía pagar en trabajo gratuito dentro de la hacienda el derecho a vivir y usufructuar una pequeña parcela. A los pueblos indígenas se les habían invadido y arrebatado las tierras ancestrales, condenándolos a la desaparición física y cultural. En ese contexto surgió, en febrero de 1971, el Consejo Regional Indígena del Cauca, una propuesta de organización social acompañada por movimientos campesinos y sectores populares que dio continuidad a cinco siglos de experiencia y resistencia en defensa del territorio y de los pueblos indígenas.
En esta larga travesía, las mujeres han estado siempre allí, aunque, fue hace poco que su rol protagónico comenzó a ser reconocido. Cuenta una “mayora” del pueblo Misak que ellas, sin renunciar al cuidado de la familia, reemplazaron a los hombres cuando eran perseguidos, detenidos e incluso asesinados en las luchas por la recuperación de la tierra. Eran ellas quienes llevaban la información vital de la organización de comunidad en comunidad, haciéndose pasar por vendedoras para evadir los retenes de los grupos armados que servían al Gobierno y a los terratenientes. Son ellas las que han transmitido a los hijos la idea de la resistencia, garantizando con su enorme fortaleza espiritual la continuidad de la conciencia e identidad indígena.
En este trasegar la comunicación ha jugado un papel fundamental, y en las últimas dos décadas de la historia del CRIC dejó de entenderse sólo como un instrumento, para convertirse en un nuevo derecho a ser reivindicado como parte de la revaloración de las culturas indígenas del Cauca, de Colombia y el mundo.
Tal vez muchos han escuchado de los “mayores” o recuerdan, al periódico Unidad Álvaro Ulcué, el medio de comunicación del CRIC, que pasaba de mano en mano y llegó a tener circulación nacional, inspirando la creación de medios indígenas en otros países latinoamericanos. El periódico se publicó hasta mediados de los años noventa, y en la actualidad, el Programa de Comunicaciones del CRIC lo ha recuperado en el formato de revista, que circula impreso y también en una versión digital que puede leerse desde cualquier parte del mundo.
Ese ha sido el papel de la comunicación en cincuenta años del CRIC: contribuir a través de la divulgación, la denuncia y la concientización en la defensa de los derechos que nos unen. En estos años hemos aprendido que la comunicación debe reivindicarse como un derecho especial para la construcción de la memoria y el resguardo de nuestras culturas en un mundo cada vez más globalizado. Si no se contara con la comunicación en sus distintas formas, difícilmente esta historia podría ser relatada.
Uno de los logros importantes del CRIC es la promoción de nuevas generaciones de comunicadores y comunicadoras; jóvenes que tienen la conciencia de nuestros mayores y que hoy cuentan nuestra historia desde los medios, desde los idiomas propios y desde las manifestaciones del arte y la cultura.
En esta edición, compartiremos un trabajo realizado en minga por los Colectivos de Comunicación Indígena del Cauca. Esta vez, la edición de la revista se pensó, se escribió, se revisó y se editó en colectivo, y en ella contamos muchas de las historias que nos alcanzaron en el extraño año 2020, un tiempo que será recordado por la expansión global de la pandemia originada por el virus Covid-19.
La pandemia nos afectó, pero también nos movió y nos unió, despertó muchas de las sabidurías y principios que estaban dormidos. Aquí les contamos acerca de lo que ha significado hacer comunicación en estas circunstancias. Les contamos también sobre la pandemia de la violencia que nos mata y nos divide, sobre las luchas por el territorio, la unidad y la organización, que no se ha detenido a pesar de tanta adversidad. Les contamos acerca de los desafíos que han afrontado nuestros pueblos en los ámbitos de la salud y la alimentación, sobre el papel de la mujer Kiwe Theg’na (Guardia Indígena) en la defensa del territorio, y les contamos lo que están haciendo nuestros hermanos amazónicos para organizarse y defender su territorio en la Bota Caucana.
En medio de la pandemia, la minga a Bogotá fue un acontecimiento histórico. ¿Por qué marchas a Bogotá?, le preguntamos a una compañera: “Yo marcho porque nos duele lo que vivimos en el territorio, marcho por ver mi tierra bien, libre de grupos armados, libre de cultivos ilícitos, marcho porque están matando a la gente, porque se están llevando a los muchachos a la guerra, por todas las esperanzas despojadas, por los incumplimientos del Gobierno; marcho por el mismo sueño de lucha que unió a mayores y jóvenes hace 50 años, y que con su lucha nos legaron un territorio libre”.
No muchas organizaciones alcanzan a conmemorar 50 años de vida. Por eso desde la revista UNIDAD ALVARO ULCUE queremos invitarlos a todos y todas a persistir en la siembra de esperanzas, a seguir creyendo en esta historia de la que todos y todas formamos parte cada día y así, bajo la fuerza del sol que nos alienta, regresar a la tierra y volver a echar raíz.
Colectivos de Comunicación Indígena del Cauca – CRIC 50 años.
Fuente: https://revistaunidad.cric-colombia.org/cincuenta-anos-de-fuerza-lucha-y-esperanza/