PÁEZ, AYER HOY Y SIEMPRE”

Los relatos, vivencias y recuerdos de este desastre natural marcaron las vidas de cientos de Indígenas, campesinos y hermanos afros en el aspecto sicosocial, cultural y económico-territorial. Después de 26 años son muestras de la resiliencia de las comunidades habitantes de esta región del oriente del departamento del Cauca.

El 6 de junio de 1994, un terremoto de 6,4 grados en la escala de Richter provocó una avalancha en la cuenca del río Páez, en el departamento de cauca y parte del departamento del Huila, dejó 1.100 muertos y 500 desaparecidos. Hasta el momento hablamos de un cuarto de siglo de la tragedia, tratando de reparar.

La región de Tierradentro; que comprende los municipios de Inzá y Páez ubicados al Oriente del departamento del Cauca, región habitada por las comunidades campesinas, sector afrocolombiano y comunidades indígenas de la Pueblo Nasa. Hace 26 años sufrió la catástrofe más grande de la historia de este país, no solo por la magnitud del desastre natural si no, por los más de 1.100 personas quienes perdieron la vida en este suceso. Era un día lunes festivo 6 de junio de 1994 siendo las 3:47 p.m. un sismo de magnitud 6.4 en la escala de Richter, cambió para siempre la historia de las comunidades ribereñas del rio Páez y Símbola, sin dejar de mencionar a las comunidades ubicadas sobre las montañas de esta región quienes sufrieron daños irreparables por el terremoto. Su epicentro se ubicó en las faldas del volcán Nevado del Huila, en cercanías del sitio llamado Dublín en la parte alta del río Páez, Lo cual significa que muchas personas sufrieron directamente por el terremoto y posterior avalancha.

En materia ambiental aproximadamente 40.000 Has. de tierras con su riqueza ecológica y faunística, la mayoría de ellas ubicadas en jurisdicción del Parque Natural Nevado del Huila, fueron arrasadas por deslizamientos o arrastrados por las aguas furiosas de ríos y quebradas. Se puede decir que fue la catástrofe natural más descomunal de su historia, en 30 minutos quedó convertido en un inmenso Campo Santo.

Más de un cuarto de siglo después de aquel fatídico día, el recuerdo y la memoria de los seres caídos, nos citan desde el más allá para que conmemoremos un año más de su inmolación. Esta vez, con un nuevo mensaje de seguir tejiendo, construyendo proceso y progreso para nuestra región, teniendo en cuenta de que luego de la tragedia de 1994 otras avalanchas han causado desastres como la del mes de noviembre del año 2008. Tragedias que dejan secuelas en las diferentes etapas de las comunidades y habitantes de esta municipalidad pues el proceso de recuperación ha sido lento a pesar de que esta catástrofe le mostró al mundo las condiciones de vida de nuestros coterráneos, las tantas limitaciones contra las que se continúan luchando, el olvido en que el gobierno nacional nos ha tenido sumidos; a una dura y penosa forma de recordarle al país que el oriente del Cauca sigue clamando una recuperación eficaz y eficiente.

Las comunidades afectadas se caracterizan por ser diversa, lo que quiere decir en diversidad de actores sociales, de la forma de ver el mundo, de problemas, de necesidades, intereses y conflictos, que demandan respuestas institucionales igualmente complejas y numerosas con el fin de apoyar la recuperación de afectaciones, procurando conservar la identidad cultural, potencialidades y fortalezas, y solucionando las carencias y las necesidades. A pesar de las acciones que se tomaron desde entonces para recuperar y reconstruir las zonas, así como de reubicar a la población afectada, queda claro que todavía falta por ejecutar más y mejores planes para responder a este tipo de eventos de manera mucho más efectiva y rápida…

Hoy, 26 años después de la tragedia, rendimos un homenaje a nuestros padres, hermanas, hermanos, hijas, esposas, esposos, vecinos, amigos y familiares que perdieron la vida en aquella tragedia. Recordar su memoria es aliento que nos impulsa a seguir trabajando, su legado representa la esencia misma del progreso de nuestra región de Tierradentro. Este terremoto es considerado el segundo más mortífero en la historia de Colombia, después del ocurrido en el Eje Cafetero en 1999.

Ahora, consideramos que es válido mencionar que los procesos de reconstrucción han hecho que las comunidades de esta región, compartida entre los departamentos del Huila y Cauca, sean ejemplo de aprendizaje en materia de gestión del riesgo. En 2007 se reactivó el complejo volcánico nevado del Huila y en 2008 se produjo una avalancha mucho más grande que la de 1994, evento que tuvo menores efectos gracias al trabajo comunitario e institucional que permitió actuar con mayor rapidez y efectividad.

Para muchas familias, habitantes de la región de Tierradentro, el terremoto y la avalancha del 6 de junio de 1994 representan un momento crucial en la historia, debido a los cambios que afrontamos vertiginosamente. Su pasado y su futuro parecieron comprimirse en esta coyuntura histórica, una tragedia que nos obligó a marcharnos de nuestros propios territorios sin posibilidad de volver, un éxodo rápido que además implicó posteriormente un trabajo complejo de reinserción y negociación cultural. La pérdida del lugar de origen llevó a las comunidades a establecer contactos con otros grupos de una manera más directa. El intercambio entonces se convirtió en estrategia vital, en la cual la diferencia se reconocía como un mecanismo para fortalecer y ajustar la identidad al nuevo contexto.

Para quienes reconstruyeron su territorio en un lugar diferente al propio, lo más urgente fue arreglárselas para sobrevivir y dar sentido a la existencia de una geografía distinta. Los modos de hacerlo resultaron diversos y estuvieron determinados en buena parte por las tácticas de ajuste, y éstas, quizás, tardan años en volverse prácticas efectivas que permitan cierta normalidad, aquella que solo se logran con las certidumbres de las rutinas, del hábito vuelto ritual cotidiano. El espacio, tarde o temprano, termina siendo adaptado y apropiado, y con ello opera la construcción de otra memoria.

Por: Comunicaciones Nasa Çxha çxha “2020”

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