La vida moderna, en la que nos encontramos inmersos, muchas veces no deja que apreciemos nuestro contexto, por el contrario, vivimos hechizados con el colorido, la imagen y “el confort” que nos ofrece la televisión, el internet y toda una sociedad de consumo, que día tras día crea necesidades en beneficio de otros. Este estilo de vida nos aleja y no permite.

disfrutar de la belleza natural propia,de la que estamos rodeados y preferimos los balnearios de otros departamentos, de otros países y mejor aún si son europeos, con esto no se quiere restarle importancia al viajar al extranjero y conocer otras culturas, solo se intenta decir que es más importante ante todo, conocer lo nuestro, reconocer el entrono y quizá eso nos lleve a tener mayor arraigo y porque no un nivel de conciencia que nos permita un día defender lo que tenemos.

Los bolivarenses, hacemos gala en nuestras charlas de hacer parte del Macizo Colombiano, “el centro hídrico más importante que tiene el país”, pero la realidad, se desconoce el valor geoestratégico de esta región y si eso ocurre con quienes la habitamos ni qué decir del Estado que solo la tienen en cuenta para asentar algunos batallones de alta montaña, es decir solo como un escenario de guerra.
El Macizo Colombiano es una región biodiversa, no solo en flora y fauna sino también en cultura, aquí encontramos indígenas, afro y mestizos; todo un crisol étnico que enriquece con sus diferentes formas de vida a este santuario de la naturaleza colombiana.

Uno de los sectores más prominentes del gran Macizo Colombiano es la región de páramo, sobre todo la comprendida en los municipios de San Sebastián, Bolívar y Santa Rosa. En especial la enmarcada por el corregimiento de Valencia municipio de San Sebastián y San Juan y los Milagros en el municipio de Bolívar, además de otros municipios que conforman este nudo montañoso donde se encuentra un complejo de lagunas a más de tres mil metros de altura sobre el nivel del mar donde se muestra una vegetación en la que sobresale el frailejón y otras plantas herbáceas de poca altura.

Para llegar a este lugar se debe realizar un recorrido desde la población de Bolívar, Cauca por carretera destapada hasta la población de Valencia, en el municipio de San Sebastián, poblado que se levanta en una hermosa planicie en medio de la cordillera central, a una altura de 2.975 msnm, este lugar sirve de sitio de pernoctación para el inicio de una inolvidable expedición hacia la inmensidad del páramo de las Papas cuya extensión es de 326.823,7 km2. Desde Valencia hay un tramo de carretera de 5 Kilómetros, aproximadamente, hasta un punto denominado La Hoyola, se continúa por camino de herradura, que según los nativos es el camino milenario que se extendía desde Perú hasta Venezuela, comentan ellos, con un aire de nostalgia que: “por aquí transitaron nuestros ancestros… llevando mensajes de un pueblo a otro”; este camino en algunas tramos está empedrado y se mantiene transitable. Hasta este sector aún hay viviendas y se nota la avanzada de la frontera agrícola. Antes de iniciar el ascenso hacia el Páramo de las Papas se llega a un punto denominado “La Y” lugar donde inicia la zona de reserva que se encuentra al cuidado del Sistema de Parques Nacionales, esta entidad tiene la misión de cuidar y conservar esta zona; el personal encargado para esta labor dentro de esta zona es oriunda de la región, pertenecen a la comunidad indígena yanacona, razón por la cual asumen esta tarea como una estrategia de defensa de su territorio y de fortalecimiento de sus raíces culturales, entre ellas de su cosmovisión. Antes de internarse a la zona de reserva, los guías dirigen un ritual para que la madre naturaleza guíe a los expedicionarios y los guardianes del páramo permitan un tranquilo recorrido, incluso en un buen tramo se orienta apagar cámaras y celulares. El trayecto inicial se hace entre un bosque andino de páramo apreciándose árboles muy antiguos y de gran envergadura, junto con su ramaje conforman un verdadero ecosistema; no se puede dejar pasar desapercibido la sensación de caminar entre este bosque, el contacto con la naturaleza, esa naturaleza virgen, milenaria, quien parece por momentos envolverlo todo con un silencio penetrante permitiendo solo escuchar su propio silencio, el camino es estrecho, empinado y pedregoso haciéndolo más interesante. Posteriormente se alcanza la parte alta dejando la vegetación arbórea para entrar de lleno al páramo, donde se aprecian todas sus formaciones geográficas características del sistema andino, específicamente, la cordillera central, al fondo no se puede dejar de admirar la planicie de Valencia con sus potreros verde claro que contrastan con el verde oscuro de sus montañas.

A medida que se asciende el ambiente se enrarece por momentos con el viento frio, penetrante y los nubarrones que ensombrecen el paisaje, a esta altura del recorrido es normal escuchar la respiración agitada de los caminantes que por momentos se detienen para tomar aliento y continuar. Por el margen derecho del camino desciende entre los frailejones, por un estrecho valle, un hilillo de agua cristalina que parece insignificante para ser una de las cuatro arterias fluviales que recorren el país, este da origen al majestuoso río Caquetá, que tomando hacia el suroriente recorre la inmensa llanura amazónica para descargar después de miles de kilómetros su caudal al Amazonas.

Al cabo de tres horas se llega a una pequeña planicie denominada Mirador Santiago, que está a una altura de 3.631 msnm, desde donde se puede divisar a una distancia de más de un kilómetro la gran laguna de La Magdalena, considerada por algunos moradores como “la laguna reina”, teniendo en cuenta que se impone sola en una amplia planicie. Se divisa también una altura denominada las tres tulpas o corona de Dios. Por su costado nor-este se desprende un arroyo abundante, avanza lentamente por entre la planicie hasta tomar la pendiente y convertirse en un torrentoso arroyo en sus inicios y luego en el caudaloso rio Magdalena, que atraviesa el país, de sur a norte, impetuoso entre las cordilleras central y oriental y regando el fértil valle que lleva su nombre.

Abandonando el camino milenario en sentido sur y avanzando entre los frailejones, líquenes y achupallas, al cabo de una hora se encuentra otro mirador al borde de una formación rocosa de aproximadamente unos 200 m de altura; este punto está localizado a 3.703 msnm. Aquí el visitante recompensa su gran esfuerzo, es como si llegara a la meta propuesta, porque tiene ante sus ojos un impresionante paisaje que ni la imaginación más aguda pudo recreárselo, es otra masa de agua que se encuentra entre paredes rocosas por dos lados opuestos (este y suroeste) que la hacen ver más atractiva. Como parte del paisaje se levanta entre la laguna y las murallas rocosas una espesa vegetación que se asemeja a una amplia alfombra verde que bordea las cristalinas aguas de esta laguna, quienes caprichosamente, al ritmo del viento levantan múltiples olas que producen un sonido estremecedor en medio de esta hondonada y que hacen contraste con el juego de la neblina que es arrastrada caprichosamente por el fuerte viento mostrando un desfile majestuoso frente a los visitantes, que por momentos oculta la inmensa laguna que lleva el nombre de Santiago. De esta ninfa por su margen izquierdo se desprende la quebrada Lamedulce, que se desliza por el lado noroeste suavemente por una pequeña planicie para posteriormente convertirse en el primer tributario del río Magdalena. Junto a esta señorial laguna se encuentran dos depósitos de agua de menor tamaño que engalanan la anfitriona que se encuentra a 3.539 msnm.

Así podría seguir describiendo la majestuosidad del complejo lagunar del grandioso Macizo Colombiano que según versiones del personal de parques nacionales “…son más de cuarenta lagunas diseminadas por todo el nudo andino” y que lo hacen merecedor del digno nombre de estrella fluvial colombiana de donde nacen los cuatro ríos más importantes del país y que lo recorren por los cuatro puntos cardinales, Magdalena, Cauca, Patía y Caquetá, Esa es la riqueza que tenemos los macizeños y por eso debemos convertirla en nuestro principal destino de turismo ecológico, el Macizo Colombiano está esperando a quienes deseen tener un verdadero rencuentro con la naturaleza.

GALE

 

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