A un mes de la muerte de Jorge Caballero, es bueno recordar que él fue poco cercano a la aplicación de estrategia y táctica, aunque tampoco tuvo la posición política de oponerse a ellas en el campo popular; de hecho, trató de participar en procesos que se mueven dentro de esta concepción, como los partidos políticos propios de los indígenas, pero moviéndose de manera muy particular por fuera del tejemaneje de forzar previamente los acontecimientos para lograr un efecto determinado en favor de quien lo hace.

Tal vez para él la cosa era simple: dejar desplegar su ser para acercarse  y caminar con los otros seres con los que, desde el corazón, se sentía  hermanado con el mundo; pero para ello sabia, por experiencia de vida, con quienes sí y con quienes no tener este relacionamiento; más que estrategia y táctica tenía un principio: con los que sí, todo; con los que no, nada.

Pero a la vez temía, odiaba y denunciaba al máximo nivel resultante de aplicación de la estrategia y la táctica: el sistema mundo. Llegaba a pensar que este sistema es algo dirigido desde unos pocos poderosos que se apropian de nuestras vidas y que actúan a través de los Estados, las religiones, la educación y los medios de comunicación, que para ello nos transmiten mentiras, imágenes e Historia a su medida.

Tenía por principio tácito qué con quienes representan la dominación, desde el poder del Estado o desde la economía del sistema mundo, no hay nada que dialogar, nada que concertar, nada que trabajar conjuntamente; no hacen parte del mundo soñado.

Quizá solo accedió a encontrarse con el poder cuando así lo habían decidido las comunidades indígenas, porque para él ello era parte del hacer todo con los que sí, con los que están en la lucha y organización popular, en la resistencia. Sabía que a estos encuentros, la fuerza indígena no iba a mendigar, tal vez ni siquiera a exigir sino a burlarse del poder dominante y decirle que no representa nada más que un castillo de naipes. Danzaba en su recuerdo la dignidad de Aida Quilcue cuando, con la fuerza comunitaria, le pudo mostrar al entonces Presidente Uribe que el poder de un Estado construido con la parafernalia de las armas no es nada comparado con los espíritus que viven en la resistencia de pueblos milenarios, que vigilan los territorios y hacen parte de la comunidad; o la serenidad de Lucho Acosta para enrostrarle a todos los ministros de la seguridad democrática, sentados frente a él, que a quienes debía castigar la justicia indígena, fuetear, era a ellos y no solamente a quienes cumplían sus ilegales órdenes.

Jorge señalaba que el poder ha dividido el mundo en tres realidades (trialidades) que conviven en el territorio: la de los conquistadores, la de los vencidos y la de las resistencias. En el escenario conjunto de las trialidades, podríamos plantear algunos, la estrategia y la táctica popular tienen dos fines complementarios: derrotar a los conquistadores y atraer a los vencidos al campo de la resistencia; pero esta no fue la preocupación de JCF, antes bien proponía: con los conquistadores, salirse de sus escenarios, desarticular sus lógicas e ignorarlos;  con los vencidos, nada que ver por ahora (de no ser descolonizar desde la resistencia en su despliegue mismo); con las resistencias, avanzar en la construcción del mundo soñado.   

Primera trialidad. La de los conquistadores.  Es la que construye el actual sistema mundo. Es una máquina de terror, y paradigma ideológico de única realidad posible y mundo feliz. Actuar desde su lógica es aceptar de antemano la dominación; las cartas están marcadas y no hay más juego que el  que permite el lugar que el sistema mundo atribuye a cada uno(a). La estrategia y la táctica son parte de este entramado, enmarcadas desde una de las componentes del paradigma: la planeación, el ideal de controlar todo desde los humanos, junto con la concepción de linealidad y progresividad de la historia definidas desde una mente que organiza y que se constituye como el gran dios moderno: el Estado y/o las corporaciones multinacionales.

La única manera de escapar de esta realidad de los conquistadores es desconocerla en su lógica. El sistema mundo desaparece cuando nos pongamos por fuera de él, es decir por fuera de su lógica de Estado y de economía. Pero esto no se hace actuando contra este sistema en el tinglado que nos coloca sino actuando y moviéndonos siempre en la realidad de la resistencia, en nuestro mundo y con los nuestros(as).
Esto nos lleva a pensar en algunos teóricos de la colonialidad del ser cuando postulan que la actitud decolonial debe ser la de constituir un mundo desde la alteridad, y a retomar a Frantz Fanon cuando postula que esta debe construirse desde el encuentro del “yo condenado” con los otros “condenados” y no buscando al otro (al alter) en el conquistador o dominante, pues en éste no se encuentra más que muerte.

Segunda trialidad. La de los vencidos. Acá Jorge pensaba no tanto en los que no luchan sino en los que se pliegan a hacerlo en el escenario y con los métodos del conquistador o dominante. Están vencidos, han arriado la bandera de la lógica de los pueblos y han aceptado la del sistema dominante en su fuerza homogeneizadora. Son aquellos que asumen que el fin justifica cualquier medio; los que luchando contra las jerarquías establecen otras;  los que entronizan la muerte con el argumento de defender la vida; los que luchando contra estructuras de las sociedades actuales como la pobreza y la imposición desde el poder, se alzan contra el sistema en busca de un nuevo poder que igualmente, con el argumento de obtener más riqueza para distribuir, permita la consumación de la eficiencia técnica, del extractivismo y el consumismo; los que hablando en nombre del pueblo se ponen por encima de él y pretenden reemplazarlo.

Pero sí en las trialidades debemos caber todos los humanos entonces aquellos que no luchan, que, desde que han ido teniendo uso de razón y capacidad de decidir, asumieron que este era su sistema, es en ésta, la de los vencidos, donde también deben ser ubicados.  Cuando la lógica del sistema los arroja al precipicio, a la muerte, a la marginalidad, se sienten victimas del mismo, pero no asumen la lucha porque la consideran perdida de antemano pues su lógica no les permite ver nada por fuera del sistema.

Tercera trialidad. La de las resistencias.  
Las resistencias consisten en la pervivencia y persistencia de los pueblos en sus territorios, sus culturas, sus modos de conocer (desde cosmovisiones y epistemologías propias); estas resistencias permiten plantear un mundo distinto al que impone la globalización compulsiva actual.

La resistencia más aprehensible es la indígena, pero no por ello la única. De hecho la mayoría de las comunidades locales las implementan y de manera permanente generan procesos que les permiten la continuidad como tales.

Desde sectores de lo popular se ha tratado de ver la resistencia como una forma de defensa que no es sostenible en el tiempo ya que, según su análisis, ésta no plantea un proyecto político o una propuesta que pueda ser colocada como alternativa al modelo dominante. Estos sectores no incluyen en su análisis, dejan a un lado, que resistir no significa únicamente defenderse.

En tiempos de globalización neoliberal, las comunidades locales y pueblos originarios que no estén casados con el consumismo, que no consideran la naturaleza un objeto, que no llevan a las personas al individualismo, que no están imbuidas de desarrollismo, que tienen como imaginario de sociedad la que nace de los planes de vida, buen vivir o sumak kawsay, las que hablan desde sus espíritus y sus territorios,  son toda una propuesta alternativa de mundo: la principal iniciativa de nuestro tiempo.

Seguramente en diversos lugares de África, Asia, Europa, Oceanía, Abya Yala, desde pueblos y nacionalidades, desde lo rural pero también desde las   ciudades  y centros poblados, barrios, fábricas, escuelas, colegios, universidades, existen colectivos sociales, comunidades, familias, hombres y mujeres, que resisten a su manera, desde su diversidad y circunstancia particular, a la globalización compulsiva neoliberal. La  alterglobalizacion consiste en el reconocimiento mutuo de los diferentes alter, en una ampliación de cada proceso que crece en la medida en que se junta con los otros sin perder su particularidad. Los diferentes van construyendo un mundo diverso a través del consenso.

Ese reconocimiento de los alter se logra a través del corazón  de cada uno(a) que sabe percibir a quien lucha en resistencia, que desde el sueño conoce lo que se construye y que desde las señas en el cuerpo y en la naturaleza va definiendo su actuar y profundizando su conocimiento del mundo.

Jorge propone: “soñar para sentir, sentir para despertar, despertar para observar, observar para pensar, pensar para hablar, hablar para debatir y debatir para consensuar”…. “ SUEÑO Y CONSENSO permiten activar un método añejo para recomponer la vida en el planeta, aspiración que se encuentra distante, casi invisible en la llamada civilización occidental, la cual (informo) avanza hacia los abismos de la individualidad, de la depredación y la desidia, con su máquina terrorífica de la invasión, que funciona en Amerikua hace ya quinientos y más años”.

La resistencia al ejercerse enfrenta al modelo del sistema mundo. No entrega los territorios, son parte del ser de los pueblos y las personas. No permite que se acabe el oxígeno, el agua, la vida de los seres de la naturaleza, ni que se ponga en riesgo a quienes han de venir pues son tan presentes como los que se han ido y ahora viven como espíritus guardianes; ellos lo son de nosotros y nosotros de los que vienen. Son varias resistencias, cada una se ejerce desde la circunstancia particular y desde la identidad que ha construido. Las resistencias se articulan entre sí como resultado de sus luchas y de su proceso propio. Seguramente hay momentos en que estas dinámicas son tales que logran remover el poder dominante como ha pasado en casos como el de Bolivia, pero su dinámica es planetaria. Actualmente se organizan como alterglobalización.

Una propuesta: menos estrategia, más corazón y reconocimiento de los y las que son parte de la resistencia. Esto implica que la persona, que la comunidad y la circunstancia concreta son las que priman. No quiere ello decir que no se tenga en cuenta lo que se está buscando y proponiendo; solo que la relación entre lo que existe y lo soñado, deja de ser problema cuando estamos en el escenario de los que resisten, pues allí está claro que todos(as) tendemos en el mismo sentido y/o lo vamos consensuando, y entonces lo importante es poder darnos el abrazo, transmitirnos la fuerza y estar juntos y juntas.

Unas palabras con tono personal a un mes de la partida de JCF.
Jorge ahora entiendo tu manejo del tiempo que se expresaba en casos como aquellos cuando tenías que redactar un comunicado o entregar un informe de manera urgente, digamos al otro día a las siete de la mañana, o quizá mandarlo esa misma noche, y cuando finalizaba la tarde apenas lo estabas comenzando y de pronto llegaba un compañero o compañera de una comunidad y te solicitaba una asesoría o una copia de un documento, que “quiensabe” donde estaba, o te pedía que le ayudaras a redactar una tutela o un derecho de petición, y tu suspendías todo lo que estabas haciendo y te dedicabas a hacer la tarea que ahora se te solicitaba. No por presión o por pena sino que te nacía que eso era lo que había que hacer, por eso tu oficina nunca la cerrabas y siempre atendías al que llegaba. Luego, quizá después de horas retomabas la tarea inicial, la que había que cumplir.

 Cuando ya tenías la enfermedad, el tumor cerebral que te alejó de esta vida en la que has sido mi hermano, pero sobre todo el hermano de todos los que resisten, estuviste en una junta directiva del CRIC en la María, nadie sabía la circunstancia por la que estabas pasando; a los pocos días, cuando la enfermedad se manifestó de manera grave, quienes habían asistido a la junta te recordaron callado pero señalaron que no habían notado nada porque, como siempre, habías estado tomando la memoria del evento y moviendo las teclas del computador. Que escribías? Nadie lo supo. Quizá solamente hacías lo tuyo, ocupar tu lugar, tal vez en esta ocasión no escribiendo nada, sabiendo que los documentos juegan un papel pero que lo más importante es que cada uno(a) esté donde debe estar, con quienes debe estar.

Ahora haces presencia en las noches como habitante de nuestro sueño, indescriptible no-lugar de tu permanencia y desde donde seguirás con nosotros(as) en la resistencia. Tus cercanos(as) nos preguntaremos todas las mañanas, como reafirmabas que hacen los nasa, “qué te dijo el sueño?”, para de esa manera poder saber y conocer a través de ti.
Henry Caballero Fula.
Mayo 14 de 2014

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