Hay cifras que escandalizan, sobre todo cuando se muestran sin contexto comparativo, con un sesgo discriminatorio y con intenciones políticas.
Es escandaloso saber que los grandes medios de comunicación pertenecen a solo cuatro grandes conglomerados económicos empresariales y enriquecen diariamente a las personas más adineradas de Colombia.
Los Gilinsky dueños de la revista Semana, El Heraldo de Barranquilla, la Revista Dinero y el diario El País de Cali, son a la vez dueños del grupo Sura, de Nutresa, de Plásticos Rimax, de Productos Yupi, del GNB Sudameris y de la Red de Cajeros de Servibanca, entre otros.
La Organización Luis Carlos Sarmiento Angulo es la dueña de El Tiempo y City TV, dueña también del Grupo Aval, el grupo de pensiones y cesantías Porvenir y de Corficolombiana, entre otras.
Amber Capital es el fondo de inversiones dueño de la mayoría de las acciones del Grupo Prisa y dueña de Caracol Radio y la W entre otras, además de las cadenas musicales Tropicana, Radioacktiva, Bésame Radio, Los 40, Los 40 Urban y Radio Santa Fe.
La Organización Ardila Lülle es dueña de RCN Radio, Canal RCN y el diario La República. Son dueños también de Postobón, Nutrium, Iberplast, Central Cervecera de Colombia S.A.S y de ingenios azucareros como el Ingenio del Cauca, entre otros.
El Grupo Santo Domingo es dueño de Caracol Televisión, Blu Radio – La Kalle y El Espectador. Este grupo a través de su empresa Valorem, controla buena parte de los mercados bursátiles y accionarios en Colombia y otros países de la región.
Seguramente en Colombia hay libertad de prensa, sobre todo cuando el ejercicio periodístico está soportado en un gran músculo económico y sus influencias derivadas, garantía esta que no tienen los medios independientes, étnicos y comunitarios. Este profundo desequilibrio permite afirmar que lo que definitivamente no hay en Colombia es libertad de expresión.
Y es que, al mirar las cifras financieras de los grandes medios de comunicación en un país tan desigual como Colombia, se encuentran cifras escandalosas. Por ejemplo, el grupo Gilinsky en poco menos de dos años, compró la revista semana en 72 mil millones de pesos, también compró el diario El Heraldo de Barranquilla en 40 mil millones de pesos, y el diario el país de Cali en 48 mil millones de pesos. Es decir, una inversión de 160 mil millones de pesos que sin duda es muy rentable en términos financieros y de estrategia de poder.
O saber por ejemplo que la fortuna de Luis Carlos Sarmiento Angulo, propietario del diario El Tiempo, es de 40,1 billones de pesos, cifra cercana al presupuesto del sector salud para todos los colombianos que en el 2023 es de 48 billones de pesos.
Y aunque las comparaciones son odiosas, es bueno saber que el valor total de los convenios firmados entre el gobierno nacional y las organizaciones indígenas como la ONIC y el CRIC en el 2023, necesitaría repetirse durante 423 años para alcanzar el valor de la fortuna de Sarmiento Angulo. También es bueno saber que la cifra de estos convenios dividida entre el total de la población indígena en Colombia, equivaldría a la también escandalosa cifra de tan solo 20 mil pesos por cada indígena.
Así pues, los grandes medios y sus políticos instrumentales, manipulan desvergonzadamente a la opinión pública con datos y cifras descontextualizadas, disfrutando de la libertad de prensa y pisoteando la libertad de expresión, pero, ante todo, protegiendo uno de los negocios más rentables del modelo actual; mentir para acumular, desinformar para eternizar la desigualdad.
A propósito, Transparencia Internacional presentó en el 2021, un informe donde sustenta como entre el 2016 y el 2020, la corrupción en Colombia ascendió a 13,6 billones de pesos. 144 años de convenios con el CRIC se necesitarían para alcanzar esta cifra. Esperemos que esta comparación no se convierta en una metáfora.
Fuente fotografía: dos orillas y CRIC
Por: Programa de Comunicaciones-CRIC