El desbordamiento del río Cauca la semana pasada, a la altura de Juanchito (también Vijes y Mediacanoa) tiene varias explicaciones. Para empezar, debido a las intensas lluvias ocurridas durante los primeros 20 días de enero, el Cauca venía registrando caudales altos. Oscilaban entre 700 y 750 centímetros cúbicos por segundo, cuando el promedio es de 260 metros cúbicos. Lea también: Cali, obligada a acelerar obras del jarillón del río Cauca
Con esas condiciones, explica Harold González, coordinador del área de Hidroclimatología de la CVC, una creciente de cualquier otro río aguas arriba de Juanchito iba a generar lo que generó: un desbordamiento en la zona.
“Coincidió que en la noche del 20 de enero, tanto el río Jamundí y el Palo presentaron caudales altos debido a las lluvias que se generaron en la parte alta de la cuenca. El río Palo presentó de hecho caudales extremos, sobre todo, por las lluvias que cayeron en el sector de Tacueyó, departamento del Cauca”.
El Palo, incluso, alcanzó a registrar a la altura de Puerto Tejada, que es donde le entrega sus aguas al Cauca, un caudal de 321 metros cúbicos por segundo. Se trata del tercer caudal más alto registrado en la historia.
“Entonces, con toda esa agua que cayó en el río Jamundí, y la que cayó en el Palo, obviamente al llegar toda esa onda a Juanchito el Cauca superó las cuotas de desbordamiento”, sigue González.
Pero el Palo y también el río Desbaratado en los últimos años han registrado crecientes de manera frecuente, lo que a su vez golpea al río Cauca, golpea a Cali. Históricamente, de hecho, la alta turbiedad de estos ríos ha obligado a cerrar las bocatomas del acueducto y los caleños se han quedado sin el suministro del líquido. ¿Qué pasa en estos afluentes?
Deforestación, parte de la respuesta
El río Palo nace en la cordillera Central, inmediaciones de Caloto, y tributa sus aguas al río Cauca en Puerto Tejada. El Desbaratado, por su parte, nace en inmediaciones de Florida, y le entrega sus aguas al Cauca por El Hormiguero. Un ambientalista consultado por este diario asegura que una de las grandes amenazas de ambos afluentes es la deforestación – completa” – de sus cuencas. Justamente, esa deforestación explica parte del esbordamiento del Cauca a la altura de Juanchito la semana anterior.
Como los primeros meses de enero fueron lluviosos, los suelos –deforestados— se humedecieron. Los expertos lo llaman “saturación de humedad”. Y los suelos saturados de humedad no tienen la capacidad para absorber el agua lluvia, así que esta llega plena a los cauces. A ello los expertos también le tienen un nombre particular: “aumento severo del escurrimiento de las lluvias”, que pueden generar crecientes súbitas en los ríos con un agravante en el caso de el Palo y el Desbaratado: son ríos de cauce estrecho, pendiente alta…
“La humedad de los suelos de las cuencas de estos ríos se debe a la deforestación. Una cuenca en buenas condiciones tiene mayor capacidad de retención de agua lluvia y además, en ella se presentan menos erosiones. En cambio, una cuenca completamente deforestada como en este caso, lo que genera son riesgos de crecientes y un aumento considerable de sedimentos en los ríos. Cuando llueve, como no hay árboles, la tierra se vuelve como una especie de lodazal que cae a los ríos. Eso explica los constantes cortes de agua en Cali: el Palo es un río que arrastra una gran cantidad de estos sedimentos, lo que obliga a cerrar la planta de Puerto Mallarino”, explicó el ambientalista.
Luis Carlos Bolaños es el subdirector de defensa de patrimonio de la Corporación Autónoma Regional del Cauca, CRC, y dice que es cierto: la deforestación de las cuencas del Palo y Desbaratado es una realidad y no es un asunto nuevo. En realidad habría que esculcar por lo menos dos siglos atrás para intentar determinar cuándo se inició la destrucción.
“Estas cuencas se han deforestado para introducir cultivos de caña, incluso a las orillas de los ríos y para la formación de asentamientos humanos. En el país hay un déficit de vivienda, y como la gente no tiene dónde levantar una casa busca las zonas despejadas donde está prohibido construir cualquier cosa, como las franjas protectoras de los ríos. Pese a eso, la gente se mete. Como lo que pasa en Cali: asentamientos humanos en pleno jarillón del río Cauca. Este es un tema que, sobre todo, requiere de la unión de las regiones y la educación de la gente para enfrentarlo”.
Según datos del Ideam, en el río Cauca, cada año, se deforestan en promedio tres mil hectáreas. En todo el país la cifra bordea las 125.000 hectáreas.
Minería, la otra amenaza
Una fotografía aérea del río Palo denuncia, por sí sola, la problemática de estas cuencas: deforestadas, azotadas por la minería. En la imagen se observa incluso maquinaria pesada desviando el curso natural de los cauces. Tras el negocio estarían grupos armados ilegales que nadie se atreve a denunciar con nombre propio.
Además, estudios realizados por la CRC han confirmado contaminación de las aguas del Palo con cianuro y mercurio, lo que a su vez contamina al río Cauca. En recorridos fluviales que hace la CVC se han tomado además muestras de calidad de agua por parte del Laboratorio Ambiental para certificar la presencia de estos metales pesados.
“Y en uno de los estudios que realizamos encontramos que a nivel de pequeña minería hay un total de 965 unidades de producción en las cuencas, lo que genera igualmente problemas de contaminación por sólidos suspendidos. La minería de arcilla también es un problema porque se hacen grandes socavones.
Lo mismo pasa con la minería de materiales de arrastre. El problema no es solo el oro”, dice Luis Carlos Bolaños, el subdirector de defensa de patrimonio de la Corporación Autónoma Regional del Cauca, CRC, y enseguida teoriza sobre las posibles soluciones: “Hay alternativas como encapsular los ríos, ‘encañonarlos’, hasta que salgan de las poblaciones y protegerlas de inundaciones. Pero, sobre todo, este es un problema que requiere el trabajo conjunto entre las regiones, insisto, y educación ambiental en la comunidad sobre el uso que le debemos dar a los recursos naturales”.