En una fresca mañana de marzo, el resguardo Papallacta del Macizo Colombiano, en el departamento del Cauca, se convirtió en el punto de partida de un viaje importante. Bajo el cielo azul y la luz del sol naciente, mujeres indígenas de los diferentes pueblos ancestrales se reunieron para iniciar una travesía hacia la laguna Magdalena. Una expresión de solidaridad, resistencia y homenaje en el marco del Día Internacional de la Mujer.

Con la determinación y la dignidad que las caracteriza, las mujeres emprendieron este recorrido con el propósito de honrar a las generaciones pasadas y presentes de mujeres que han luchado por la igualdad y la justicia. Mayer Sánchez Velasco, coordinadora del programa mujer CRIC, lideraba este grupo con palabras de gratitud hacia los espíritus mayores de la montaña, el páramo y las lagunas, reconociendo su papel fundamental en la historia y la supervivencia de las comunidades indígenas.

El camino hacia la laguna Magdalena, no fue fácil. Cada paso requería determinación y resistencia, pero también era una oportunidad para reflexionar sobre el significado del Día Internacional de la Mujer en el contexto de la lucha indígena. Las mujeres llevaban consigo una «reseña fotográfica» titulada «Centro de Memoria de Mujeres que Hacen Historia», donde se destacaban las contribuciones y los sacrificios de las mujeres indígenas a lo largo del tiempo.

A medida que avanzaban, las mujeres compartían historias de fortaleza y solidaridad, recordando la importancia de la unidad en la lucha por la igualdad y la equidad de género delos derechos de las mujeres indígenas. La mayora Hortencia Tombe Tunubalá, guía espiritual del territorio de COTAINDOC, compartía su sabiduría ancestral, recordando la importancia de reconectar con los territorios para fortalecer el legado de los ancestros.

El consejero Yesid Conda resonaban con fuerza, recordando la necesidad de comprender y valorar las diferencias, así como de reconocer la lucha histórica de las mujeres indígenas. Era un llamado a celebrar el camino recorrido, desde las abuelas hasta las nuevas generaciones, en un homenaje a la resistencia y la organización.

La voz de Nora Jipiz de Tierradentro, del resguardo indígena de Coetando, se alzaba en un llamado a detener la violencia que arrebata a los seres queridos. Era un recordatorio de la esencialidad de las mujeres en la construcción de un futuro de dignidad y justicia para todos.

Finalmente, al llegar a la laguna Magdalena, las mujeres encontraron un momento de paz y reflexión. En este lugar sagrado, donde la naturaleza y la espiritualidad se entrelazaban, renovaron su compromiso de seguir luchando por un territorio más justo y equitativo. Porque saben que juntas, unidas por la historia y la hermandad, son capaces de enfrentar cualquier desafío que se presente en el camino hacia un futuro de esperanza y justicia para todos.

Por: Programa de Comunicaciones CRIC

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