La radio indígena y comunitaria del Cauca, hoy 7 de junio del 2021 sufre una gran pérdida, y aunque los violentos silenciaron una de las comunicadoras más entregadas a la comunidad y el buen vivir, como Beatriz Helena Cano Uribe, su voz seguirá haciendo eco en nuestros corazones y territorios.
“Las balas asesinas”, “los violentos” eran frases que con una sensación entre ira y tristeza, repetía frecuentemente Beatriz en el sistema informativo Kweta Susuza de Radio Payumat 101.0 de Santander de Quilichao, para el norte del Cauca.
Ella era una antioqueña que echó raíz y dejó semilla acá en el Cauca; era alegre, rebelde, crítica, fuerte, amaba compartir café y chirrincho y no le temblaba la voz para denunciar las injusticias, hablar y rescatar las luchas y resistencias que se dan por la dignidad de las comunidades.
En sus programas hablaba de la guardia y su heroica labor, de la liberación y sus proyecciones, de las mujeres y su rol fundamental para la vida, de los jóvenes y la alegría; pero lo que más destacó el trabajo de Beatriz, fue que habló de todo esto dando voz al otro; entrevistando al comunero, a la mayora, al joven, a la Kiwe Thegna, a las autoridades y líderes, a la comunidad, porqué fue en pro del bienestar comunitario que puso su vida, desde la radio, los textos, sus fotografías y videos.
A esa mujer que siempre rechazó la guerra, esta vez le tocó de muy cerca, quedó en medio de dos grupos armados, dos actores de un conflicto y le quitaron la vida, a ella, al Ukawe’sx Juan David Güegüe y Aleida Perafán; también su hija y compañera de proceso Ayelen Güetuo de 5 años que como siempre la acompañaba, su compañero de proceso y micrófonos Cesar Galarza resultaron gravemente heridos.
Además, de uno de los actores armados, la policía nacional también murieron dos miembros: María Isabel Angulo y Carlos Geovanny Delgado, muertes que también duelen y llenan de rabia, porqué es en últimas una guerra del pueblo matándose entre el pueblo, y a la vez matando personas inocentes, por ideales o personas a quienes no les interesa la vida del pueblo.
La guerra suma más víctimas, y lo más triste del asunto es que, muy seguramente no serán las últimas. ¿Hasta cuándo?, ¿por qué nos estamos acostumbrando a esto?, ¿ qué hacemos para parar esto? Son muchas las preguntas que hoy pasan por nuestras cabezas y que seguramente también estuvieron en la de Beatriz, aunque la repuesta hoy nos parece más confusa, ella intentó responderlas desde la palabra, y desde su acción.
Sabía y hablaba de la vida bonita en el campo, de sembrar plantas, de la riqueza en el canto de las aves, amaba la frescura de la montaña y las caricias de su hija, la armonía de un puñado de coca, respetaba profundamente la sabiduría en el tejido de su sombrero enchumbado y su jigra pa´un lado, eran estos los motivos que daban aliento y esperanza a Beatriz, la llevaban a soñar con un mundo mejor, y ese debe ser nuestro camino para encontrar las respuestas.
Nos queda la tarea de honrar a nuestra compañera, acompañar el duelo de su familia, amigos, oyentes y quienes tuvieron la alegría de caminar a su lado; ahora más que nunca es el momento de difundir su palabra y su lucha, de convertir nuestra palabra en acción.
Por: Programa de comunicaciones-CRIC