Los 53 años de lucha y resistencia de nuestra organización más que una conmemoración es un análisis político que busca revisarnos y seguir orientando la minga hacia dentro que desde hace un tiempo nos hemos propuesto. Desde el análisis histórico del proceso se hace un paralelo frente al cambio generacional, los mayores cuentan que unas décadas atrás eran 50 caminando en las calles de Popayán y los blancos les insultaban, les echaban tierra y agua, “ahora son miles y no se pueden dejar joder”.
Parte del análisis en la actualidad paradójicamente desde la inmersión en la guerra es que ahora los amigos son los blancos, pero nos estamos matando entre nosotros mismos, y en ese sentido hay muchas preguntas que llaman a la reflexión colectiva que va desde la cooptación de los liderazgos ideológicos, políticos y militares, hasta la responsabilidad y la orientación desde la familia y las autoridades, ¿Cómo volver la palabra una acción coherente para la vida digna de los pueblos?, ¿Si la familia es un pilar fundamental de todos los procesos, qué se está inculcando en ella?, ¿A quién beneficia el exterminio de los pueblos originarios?, ¿Cuáles serían las estrategias desde la acción para resistir al capitalismo y el neoliberalismo? ¿Qué está pasando con la violencia estructural que desplaza a los niños y niñas a la guerra?, ¿Dónde quedan los huérfanos, los heridos y las familias de los compañeros que perdieron la vida en las mingas y las movilizaciones?
En ese sentido, las problemáticas y desarmonías que se están presentando en los territorios tiene que ver con la falta de formación política y esa es una de las mayores preocupaciones que desencadenarían la pérdida del rumbo de los caminos trazados para seguir perviviendo física, cultural y espiritualmente como pueblos originarios desde la creación de la organización político organizativa.
Además, se hace un llamado urgente y necesario a las reflexiones internas como movimiento indígena que permitan fortalecer el ejercicio de legislar, administrar y armonizar con altura en los territorios, con el fin de hacerle frente a las estrategias para desestabilizar la gobernabilidad y la guardia. “¿Cómo es posible que las autoridades tengan que pedir permiso a los grupos armados para gobernar?”
Por lo tanto, uno de los caminos de la minga hacia dentro parte de escuchar a la comunidad en las visitas a la gente que está descontenta de la organización, así como también los compañeros y compañeras que son indígenas pero se consideran campesinos y son apáticos a la organización, ¿Cómo nos escuchamos entre todos y todas?, ¿Quién convence a quien en hechos y no en discursos?
Las apuestas políticas siguen siendo los recorridos territoriales para caminar al lado de las personas que en el diálogo y acciones permitan tejer desde la multiplicidad de saberes y cosmovisiones para lograr retomar la confianza de las autoridades con la comunidad, como también en qué punto logramos juntarnos en las luchas de los pueblos campesinos, afrodescendientes y sectores sociales.
En estos 53 años de lucha y resistencia como movimiento indígena han surgido muchos interrogantes que aún no tienen la respuesta, por ello es necesario continuar los debates desde las comunidades para enfrentar las agresiones del modelo que día tras día acapara y destruye los planes de vida.
¡La vida digna la tejemos entre todos y todas, nada justifica los asesinatos entre nuestra propia gente!
Por: Programa de comunicaciones del-CRIC