LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA, INDÍGENA E INTERCULTURAL – UAII: UN PROCESO PARA CONSOLIDAR Y CUALIFICAR LA EDUCACIÓN INDÍGENA Y COMUNITARIA EN EL MARCO DE LA INTERCULTURALIDAD.

El proyecto de universidad es resultado del ejercicio de más de 30 años de búsqueda colectiva de una educación alternativa a las necesidades y visión de las comunidades locales, en muchos casos contenida en el proyecto o plan de vida de cada pueblo. La universidad se concibe desde la experiencia del movimiento indígena orientado por el CRIC, organización que ha emprendido un significativo proceso de replanteamiento de la educación a partir de fundamentarla desde las raíces del pensamiento y costumbres de las culturas indígenas; así como, de la reflexión sobre su devenir histórico y las problemáticas de la actualidad; al igual, que de sus perspectivas de futuro. De esta manera las comunidades nos capacitamos para proponer e interlocutar como iguales frente al fortalecimiento de nuestras identidades culturales, los problemas nacionales e internos a nuestros territorios, haciendo activa la manifestación de país pluricultural y multilingüe, reconocido por nuestra Constitución Política de 1991.

Este proceso ha implicado la creación del Programa de Educación Bilingüe e Intercultural que desde 1978 viene trabajando en la identificación y generación de criterios orientadores con base en experiencias directas de desarrollo educativo a partir de las escuelas propias, de carácter comunitario y bilingüe -en los espacios donde existen lenguas indígenas- y de proyección intercultural.

La educación propia busca potenciar la sabiduría ancestral que nace del corazón, de lo más profundo de cada pueblo en su lucha por persistir, del esfuerzo por hilar los saberes y conocimientos comunitarios y elaborar día a día el tejido de una vida mejor. Es así como se han ido creando escuelas para atender a niños y niñas, desde el Aprestamiento (grado 0), la básica, la media, la formación docente y ahora la dinámica de nivel superior que atiende prioritariamente la formación de maestros en territorios indígenas.

La Universidad Autónoma indígena Intercultural, está compuesta por programas, centros, escuelas y otras experiencias locales que se proponen la formación profesional y la cualificación progresiva humana y técnica a fin de potenciar el proyecto social, político, económico y cultural de los diversos pueblos participantes.

Con la UAIIN, se trata de cualificar los diversos procesos formativos, encaminados a lograr que la educación se convierta en efectiva estrategia de construcción y desarrollo integral del proyecto y/o plan de vida de cada pueblo en el marco de un bien vivir para todos.


 

¿Por qué una Universidad Indígena e Intercultural?

En Colombia, la etnoeducación como política estatal está encaminada a proteger la diversidad cultural y potenciar la pluriculturalidad, en un país que alberga a 82 pueblos indígenas hablantes de no menos de 65 lenguas autóctonas. Sin embargo sus desarrollos son muy limitados y en muchos casos se interpone la implementación de la política general, desconociendo el carácter pluricultural y multilingüe de la población.

Por otro lado, la etoneducación esta dirigida principalmente a la educación básica y respecto a educación superior se carece de políticas basadas en el reconocimiento de la diversidad cultural y la pertinencia de sistemas de educación diferenciados.

Igualmente, las iniciativas principales se han dado desde los procesos del movimiento educativo indígena con casos significativos como el planteamiento de convenios entre organizaciones y universidades permitiendo el desarrollo de acciones conjuntas de enriquecimiento recíproco, tendientes al desarrollo de propuestas educativas coherentes con las necesidades y visiones de las comunidades.

En este sentido, el CRIC viene impulsando procesos y programas concretos en el nivel de educación superior, que van conformando un cuerpo operativo como es el caso de UAIIN, creada por decisión de los cabildos indígenas del Cauca en Junta Directiva, en el marco del derecho a la autodeterminación y en continuidad del proceso de construcción del sistema educativo propio, dentro del cual la universidad juega un papel fundamental para su consolidación y cualificación. La viabilidad de la Universidad se sustenta en las experiencias, interés y compromiso de las comunidades y organizaciones que la impulsan, al igual que en la interlocución con el Estado del cual hacemos parte.

Su necesidad se percibe como apuesta al desarrollo local y regional, un desarrollo que haga efectiva y funcional la construcción de autonomía social y cultural, entendida ésta como la capacidad política y técnica para proponer proyectos de bienestar y luchar en función de ellos.

Desde sus inicios, el proceso educativo se viene realizando mediante el trabajo en la formación de líderes, de dirigentes, así como de profesores, promotores de salud, multiplicadores organizativos, agentes de producción, comunicadores, múltiples personas encargadas de dinamizar, defender y apoyar los procesos comunitarios. Estas dinámicas formativas se han caracterizado por retomar los espacios escolarizados y los no escolarizados, por partir de las expectativas y potencialidades comunitarias, por desarrollar métodos, técnicas y en general un modelo que conjuga la sabiduría de nuestros pueblos con los conocimientos de otras culturas. Algunos participantes han hecho parte de los gobiernos municipales, departamental o nacional, otros, de otras organizaciones indígenas regionales o a nivel nacional. Podemos decir que en nuestro proceso hemos formado profesionales altamente cualificados en el campo socio-organizativo.

Hemos avanzado en la concreción y desarrollo del conjunto de los objetivos políticos hacia el fortalecimiento de nuestros Planes de Vida, que en esta etapa de desarrollo han llegado a niveles importantes de complejidad y que hoy requieren mayor cualificación y conocimiento. Además desde la comprensión de las diversas cosmovisiones, se han identificado didácticas, metodologías, procedimientos que han facilitado los procesos de aprendizaje y de desarrollo del conocimiento, aspectos que deben ser profundizados y potenciados desde la dinámica de formación universitaria.

La continuidad en la formación, no sólo se la entiende en relación a los niveles escolarizados, sino también en cuanto aquella que se da en el contexto comunitario partiendo desde la familia. La universidad articulada al contexto sociocultural debe fortalecer los aprendizajes que se dan en el espacio familiar, ya que es en ella donde se socializa el pensamiento indígena. Los aprendizajes y conocimientos que fundamentan las culturas se empiezan a estructurar desde el fogón, por lo tanto la universidad está llamada a establecer lazos conectores entre lo local con los mundos diversos que componen el universo.

La educación superior se constituye en un complemento del saber propio (por ejemplo, en cuanto a territorio, cosmovisión, producción agrícola u organización social y comunitaria). Esta educación no debe ser impuesta, ni los planteamientos curriculares descontextualizados, porque se perderían valores culturales como la lengua y el pensamiento. Se trata de un espacio de formación que debe potenciar y propiciar la interrelación entre los jóvenes y los mayores a través del conocimiento y la experiencia vivida, esto a su vez contribuye a la revitalización cultural, a la reconstrucción de los modos de vida y de organización, a la resignificación del papel de los diversos actores del proceso educativo, para desde este espacio actuar en la comunidad.
Este nivel de formación, que desde otras culturas se llama superior o universitario, debe contribuir al fortalecimiento y consolidación de los procesos de resistencia, de revitalización cultural, de manejo y control territorial y valorar las cosmovisiones y pensamiento propios y con esto a los procesos de fortalecimiento o de recuperación de la identidad cultural. La Universidad, en este sentido debe preguntarse acerca de su papel, teniendo en cuenta los distintos procesos de recuperación de identidad que se presentan en nuestro país, en los que están presentes diversos intereses y tendencias.

Diversas miradas nutren la concepción de universidad propia. Hay quienes de manera enfática expresan que la universidad no son las edificaciones y las cuatro paredes, sino formarse en la vida, con lo que ello implique. “Hablamos de universidad de la vida porque trabajamos desde ella para mejorar nuestros procesos y aportar a otros procesos. El objetivo es formar personas desde la ley de origen para que desde distintas miradas se puedan crear lazos de entendimiento. Hoy hay quienes irrespetan los principios que nos dejaron nuestros mayores. Valoramos lo nuestro y aprendemos de los otros, para aportar al pensamiento universal ” (Jambaló, universidad de nuestro pensamiento”).

Como complemento de este planteamiento está el de quienes por ejemplo plantean que la casa es la universidad, teniendo en cuenta el sentido y trascendencia que la casa tiene para las culturas indígenas, lo cual se expresa en la distribución de sus espacios y en particular en el papel que cumple cada uno de ellos en el aprendizaje y enseñanza de los roles y en su reafirmación en cada una de las etapas de la vida del hombre o la mujer indígena. Es desde todo este cúmulo de miradas que toma validez el desarrollo de la investigación, la sistematización, la profundización con una constante elaboración conceptual que la universidad está llamada a propiciar.

Este camino emprendido, es la manifestación más comprometedora y clara del rumbo que ha tomado la formación superior desde la mirada y acción de las mismas comunidades involucradas.

En este sentido se asume la universidad como una estrategia de formación integral que conlleva al fortalecimiento, potenciación y proyección de las acciones sociales, económicas, políticas, organizativas, culturales que sustentan los planes y proyectos de vida de cada uno de los pueblos en el marco de la interacción y convivencia armónica entre sí y con la naturaleza. Compromete la construcción de procesos de interculturalidad y la ampliación, socialización y profundización del conocimiento, hacia la generación y sostenibilidad de modelos de desarrollo comunitario respetuosos de la vida en todas sus dimensiones. Más que una institución con amplia infraestructura física, se trata de espacios para el ejercicio del pensamiento, desarrollo de valores, e implementación de estrategias para el mejoramiento integral de la vida de los pueblos.

La universidad es parte constitutiva del Sistema Educativo Propio en el sentido que facilita la cualificación de los procesos pedagógicos, desarrolla estrategias de investigación en los diferentes campos, asume la comprensión del conocimiento como eje significativo del desarrollo integral, posicionando y difundiendo los planteamientos educativos de los pueblos indígenas en un nivel de universalidad.

Así se viene avanzado en la apropiación y construcción de un modelo propio de escuela, para la formación de jóvenes y adultos. Se han profesionalizado maestros indígenas, que hoy se encuentran vinculados a procesos comunitarios en los Territorios Indígenas. Se avanza en el desarrollo y aplicación de un currículo de formación profesional en Pedagogía Comunitaria, Administración y Gestión, Derecho Propio, Desarrollo Comunitario, Salud Comunitaria entre otros. En este sentido el proceso de universidad indígena es un sueño colectivo que paulatinamente va tomando cuerpo en una dinámica de construcción constante.

Sólo un proceso formativo fundamentado en el reconocimiento y valoración de epistemologías presentes en todas y cada una de las culturas que componen la diversidad de pensamiento, puede contribuir a transformar lo diferente en motivo de respeto y no de discriminación, donde el fortalecimiento de las identidades conlleve una fuerte autoestima y fortaleza para enfrentar las múltiples dificultades y conflictos que como el desplazamiento forzado, la guerra, la desintegración cultural, afectan a sus poblaciones. Una educación que proyecte a las lenguas originarias como valiosas herramientas para la construcción de sabiduría y conocimientos y a fuerza de acción comunitaria legitime una sólida identidad, comprometida con la generación de relaciones de interculturalidad que potencie la ayuda mutua y el diálogo de igual a igual. Es desde esta visión que encontramos sentido al “Fortalecimiento de procesos de desarrollo local como una condición básica para la interlocución en el mundo global en condiciones de dignidad”. Estas dinámicas potencian el sentido de la construcción de políticas públicas para el mejoramiento integral de la sociedad, donde la estrategia del ejercicio comunitario tenga mejores condiciones para incidir y proyectar propuestas viables de mejor estar.

Entendida así, la universidad propia es una minga que acoge diversos pensamientos y procesos. Es el espacio para la creación y recreación de los conocimientos y saberes adquiridos desde las raíces culturales, desde el corazón de los pueblos y es a la vez una estrategia para acceder y generar nuevos conocimientos. Es el espacio donde la sabiduría de los pueblos tiene cabida al igual que el conocimiento universal donde la educación concede el derecho a resignificar el papel de los indígenas en la sociedad.

 

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