Foto: clarin.com Carlos Echenique recorre montes, selvas y cerros en zonas que fueron habitadas por comunidades originarias para filmar documentales.

Carlos Echenique, documentalista e investigador de San Miguel, hace producciones de videos y fotos para reivindicar el legado de las naciones andinas. También da charlas en colegios y lo invitaron a la Legislatura porteña.

Los hermanos me dijeron que para aprender, primero hay que desaprender”, transmite Carlos Daniel Echenique como máxima de vida. Los hermanos a los que se refiere son los descendientes de comunidades originarias del continente, cuyo legado se dedica a investigar. El vecino de San Miguel también es fotógrafo especializado en naturaleza y forma parte de la la ONG Asociación Cultural Los Ocho Cóndores, con la que recorre tierras andinas y puntos emblemáticos para la historia prehispánica.

Carlos se crió con su abuelo. Cuando terminó el secundario, a los 17, se lanzó a recorrer el mundo. Viajó un año y medio por Latinoamérica con el objetivo de adentrarse en las diferentes culturas. Así fue como se encontró frente a frente con lo que se convertiría en su verdadera pasión: la investigación de las naciones andinas.

Foto: clarin.com Carlos Echenique, dando una charla en la Biblioteca de la Legislatura Porteña, con el uniforme de la Asociación Cultural Los Ocho Cóndores, que él preside.

Siempre fui muy deportista y curioso. Las historias que me contaban en el colegio sobre los mal llamados ‘indios’, ‘indígenas’ o ‘aborígenes’ no me cerraban. Entonces decidí viajar a Bolivia para conocer yo mismo esas historias y terminé recorriendo 19 países”, cuenta. “Empecé a tomar contacto con la periferia del lago Titicaca. Un hermano originario me llevó a conocer a los consejos de ancianos y fue ahí cuando conocí la verdadera historia de la boca de los abuelos”, agrega.

Pero integrarse a las comunidades no fue fácil. “En aquel primer viaje estaba solo y hacía mucho frío, nadie me hablaba todavía. Pasaba la gente, me veían y se reían. Hasta que un abuelo comenzó a hablar conmigo. Me preguntó qué estaba haciendo y le dije que no venía con fines turísticos, sino a aprender sobre su civilización. Esa noche se armó una gran reunión con el consejo de ancianos, hombres y mujeres, y me nombraron ‘hermano mayor’: me dieron la obligación de transmitir sus historias y representar a la comunidad espiritualmente”, cuenta.

Foto: clarin.com Con su productora, Condor Films, Carlos Echenique desarrolla documentales sobre comunidades originarias.
Foto: clarin.com
Backstage de una filmación encabezada por Carlos Echenique.

Hoy, con 51 años, Echenique es considerado un “hermano” por distintas comunidades y aprendió a desarrollar lenguas originarias como el runasimi o el jaya mara aru, comunmente llamadas quechua y aymara.

“Incluso me nombraron ‘Wayra Nuna’ que significa ‘espíritu del viento’, por mi rol de comunicador. Significa que soy quien esparce la verdad por el mundo occidental”, explica Echenique.

Carlos Echenique tiene, también, su propia productora audiovisual llamada Cóndor films, con la que filma documentales sobre las comunidades andinas y otras culturas a lo largo de Latinoamérica. Además, se adentra en montes, cerros y selvas para fotografiar los lugares más recónditos de la naturaleza.

Foto: clarin.com Una dramatización junto a integrantes de comunidades originarias fotografiada por Carlos Echenique.

Echenique da charlas en escuelas, universidades y otras instituciones. En los últimos años lo invitaron a dar una conferencia en la Legislatura porteña y la Biblioteca Nacional sobre el legado de las culturas milenarias.

Les explico que está mal hablar de pueblos originarios, porque pueblo en el diccionario castellano significa ‘pequeño conjunto de pobladores‘», dice Echenique, y precisa que el Tahuantinsuyo, como denominaba el Imperio Inca a la extensión de territorio que dominaba, abarcaba a más de 30 millones de habitantes.

Foto: clarin.com La portada del libro que está terminando de escribir Carlos Echenique.

“Hay muchas toponimias de las lenguas originarias fueron deformadas por los españoles. Por ejemplo, el nombre original de América e ‘Awya Yala’, que significa ‘tierra en florecimiento’. Machu Picchu no es el nombre de un lugar, sino que es un adjetivo que significa ‘montaña vieja’ o ‘pico viejo’; y Cuzco en realidad es ‘Qosqo’, que significa ‘punto de encuentro o centro de gravedad’.

Hoy Echenique planea su próximo viaje a Guatemala mientras termina su primer libro: Historia Preservada, lo que no quieren que sepas, un relato de sus 20 años de experiencias como investigador de las naciones originarias, que se va a publicar en los próximos meses. “Es mi compromiso compartir esta historia con toda la humanidad como un legado para todas las futuras generaciones”, escribe Echenique en la contratapa.

Fuente: clarin

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