Nosotras mujeres indígenas nasa, habitantes de la Çxhab Wala Kiwe en la zona norte del Cauca, hemos sido testigo de diferentes y dolorosas atrocidades en el marco de una guerra que no nos pertenece. En más de 50 años de conflicto armado hemos llorado a nuestros esposos, hijas, hijos, líderes y lideresas, quienes con fuerza y convicción defendieron la dignidad de nuestro pueblo y la soberanía de nuestro territorio. Devolvimos sus cuerpos a la Madre Tierra para que su fuerza nos acompañe. Así miso, algunas familias tomaron la triste decisión de abandonar sus casas para proteger sus vidas, pero fuimos muchas quienes optamos por permanecer y defender con valentía nuestro territorio. Aquí continuamos pese a que nuestros cuerpos siguen expuestos a las violencias sexuales, pues fuimos y seguimos siendo usadas como botín de guerra por parte de actores que desde distintos bandos, siembran terror en nuestras vidas.

Nosotras al igual que miles y millones de mujeres colombianas sabemos de los costos de la guerra y por ello el acuerdo de paz firmado con las FARC nos generó tanta de esperanza. La historia nos ha enseñado que la salida a los conflictos no es por la vía armada: más de 8 millones de víctimas nos lo demuestran. Aprendimos que el diálogo es la salida, un diálogo que involucre a alzados en armas y a todos los sectores de la sociedad civil.

…Y así lo hemos hecho. Viajamos hasta la Habana para exigirle a las FARC que reconocieran su responsabilidad, caminamos en defensa de los diálogos, compartimos nuestros testimonios y marcamos SÍ en el plebiscito ese 2 de octubre de 2016. Estamos y estaremos comprometidas con la paz. Por eso mismo, hoy cuando el gobierno del Presidente Duque junto al respaldo de otros sectores políticos, convocan al regreso de la “mano firme contra el terrorismo”, nosotras juntamos nuestras manos para decir NO MÁS GUERRA, NO MÁS CONFRONTACIONES ARMADAS EN NUESTROS TERRITORIOS.

Al igual que aquellas madres, abuelas, esposas, hermanas e hijas de los 20 policías asesinados el pasado 17 de enero en la Escuela de Cadetes de Policía General Santander, hemos llorado a nuestros familiares y por eso mismo nos solidarizamos con ellas para exigir que esta historia no se repita. Porque mientras unos se lucran con la guerra, nosotras ponemos los muertos, y ya fue suficiente de eso. Lo que hizo el ELN no tiene justificación en una Colombia que cada día exige y camina hacia la paz.

Tenemos muchas razones para apostarle a la paz y comprometernos con ella. Por eso las mujeres indígenas nasa hacemos un llamado al gobierno para que garantice nuestro derecho a vivir en paz, desde el cumplimiento a las siguientes medidas:

  1. Detener toda política, proyecto e iniciativa militar como respuesta a los hechos del pasado 17 de enero en la ciudad de Bogotá, pues lo único que provocaría es la agudización del conflicto armado en el país.
  2. Respetar los protocolos de negociación pactados entre el Estado y la guerrilla del ELN, así como levantar la declaración de dar por objetivo militar a la delegación de este grupo guerrillero en La Habana, Cuba. El camino es retomar los diálogos de paz iniciados el 7 de febrero de 2017 en la ciudad de Quito.
  3. Garantizar la plena participación de las mujeres y sus organizaciones en la reanudación de estos diálogos.
  4. Desmilitarizar nuestros territorios, respetando el principio constitucional a la consulta previa, la soberanía territorial.
  5. Detener el sistemático asesinato de líderes y lideresas sociales, cuyas muertes están relacionadas principalmente con la implementación de los acuerdos de paz, el rechazo al narcotráfico y la reclamación de tierras.
  6. Activar urgentemente los protocolos y medidas de seguridad para aquellos líderes, lideresas y comunidades en riesgo de muerte; los cuales deben responder a particularidades de género, étnicas y territoriales. Así como acelerar la investigación de los más de 560 asesinatos contra líderes y lideresas sociales[1].
  7. Respetar y cumplir el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, firmado con la ex guerrilla de las FARC; garantizando especialmente el enfoque de género y el capítulo étnico, que reconocen nuestros derechos como mujeres indígenas.
  8. Facilitar puntos de coordinación entre la Jurisdicción Especial para la Paz y la Justicia Indígena, en busca de un post acuerdo que garantice el pleno restablecimiento de derechos de las comunidades indígenas, desde su cosmovisión y gobierno propio.

Las mujeres indígenas permanecemos en nuestros territorios junto con nuestro pueblo, seguimos en resistencia por la defensa de nuestros derechos y la autonomía de nuestro pueblo y nuestra Madre Tierra. Por ello mismo, este próximo 8 de marzo, DÍA INTERNACIONAL DE LAS MUJERES, nos volcaremos a las calles y carreteras para gritar que el territorio es nuestro y lo podemos caminar, para denunciar las violencias a las que nos somete la guerra, las injusticias que se cometen al exacerbar políticas militaristas que violan el Derecho Internacional Humanitario y nuestra legislación propia, para exigir el cumplimiento de los acuerdos y nuestro legítimo derecho a la paz.

¡La lucha continúa hasta que se apague el sol!

[1] Cifras de Indepaz, Instituto de estudios para el desarrollo y la paz.

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