Hace 11 días empezaron a llegar desde diferentes rincones del Cauca miles de indígenas. Vinieron a atender el llamado del país, y en especial de caleñas y caleños que por varios días habían sido atacados de la manera mas cruel por la policía nacional y sus fuerzas paramilitares. Hoy esos indígenas regresan al Cauca. Pero no van todavía a sus casas, a sus resguardos, seguirán fortaleciendo el paro nacional desde la vía Panamericana.

Al llegar a Cali, fue evidente la desigualdad social: pobreza, desempleo, desplazamiento, hambre y violencia. Pero más evidente fueron las ganas que la gente tenía para cambiar esa desigualdad. Se habían tomado las vías principales, las habían paralizado para gritar a todo el mundo que la “normalidad” en la que viven está mal, que no se puede seguir así. A nuestra llegada la fuerza pública había asesinado ya a 11 personas y herido y desaparecido a muchos más.

Durante este tiempo, la minga se propuso regar y abonar esa semilla de lucha que estaba sembrada aquí. Lo hizo acompañando la mayor cantidad posible de puntos de resistencia, al son de la danza, las flautas y los tambores. Repartiendo comida en barrios marginales, desenmascarando y aplicando remedio a civiles y militares que infiltraban y vandalizaban el paro nacional. Abriendo corredores humanitarios para el abastecimiento de medicamentos, alimentos y combustibles. Enseñando qué es la minga y las formas ancestrales de organización y lucha.

La minga tuvo que asumir también los costos de ese trabajo. Más de 10 mingueros y mingueras sufrieron en carne propia los ataques de la policía y sus amigos; unos vestidos de negro y los otros de blanco, pero ambos con pistola en mano. Hubo que soportar el peso de los monopolios de comunicación departamental y local que no hicieron otra cosa que señalarnos, discriminarnos y estigmatizarnos.

Aun así, la respuesta siempre fue de alegría y resistencia. Porque si algo tiene claro la minga es que los caleños y caleñas buenos, soñadores y luchadores son más.

Hoy la minga regresa al Cauca. Volvemos al territorio ancestral a armonizar, sanar y quemar lo malo. Vamos a potenciar lo bueno, a sentarnos alrededor de la tulpa, a recibir las orientaciones de los espíritus mayores para seguir caminando este paro nacional. Por ahora, dejamos sembrada la semilla de lucha y resistencia en los corazones de esta maravillosa ciudad y su gente que nos recibió y abrazó como suyos.

A todo ellos, a Cali, infinitas gracias.

Programa de comunicaciones CRIC.