Sabiendo que a Duván, le gustaba el chirrincho, empezamos este escrito brindando un poco a ese corazón rebelde que hoy reposa en el territorio.

Sabemos que han pasado varios días, desde que despedimos a Duván, sin embargo queremos tejer esta palabra con su permiso, buscando despertar el sentir con el que muchos lo recordaremos.

Duván, era uno de los comunicadores más activos del pueblo Totoroez, llevaba 14 años, caminando la palabra de su gente, en este andar se hizo conocer dentro y fuera del territorio. Su voz en la radio, siempre acompañó los días buenos y malos de la comunidad. La misma que el pasado sábado 18 de junio, lo despidió.

“Su almita todavía está con nosotros, no se ha ido” decía una compañera en medio del dolor que producía la notica de su partida, no era fácil creer lo que estaba pasando. Sin embargo, ya con calma, logramos entender que su alma no se ha ido y que permanecerá presente dentro de la comunidad.

Duván, siempre cargaba dentro de su mochila un “totumito” con chirrincho, y alrededor de ella, la simbología de su pueblo, orgulloso siempre de sus raíces. Orgullo que siempre le trasmitió a Salome, su hija de 5 años.

Un hombre de corazón alegre, multifacético y enamorado de la vida, eso es Duván, y por eso nos duele que no esté en este espacio, para seguir compartiendo la palabra mientras el chirrincho va rotando al son de Tata Hilario, la melodía de flauta y tambor que siempre pedía que tocaran, la misma que acompaño su despedida hacia el otro espacio.

Una caravana con gente de todos los lados, con chirimía, lo esperaba para acompañarlo hasta su hogar. Las mayoras pasaban con sus rostros mojados por el llanto, se les había adelantado un hijo. Todos en el territorio le brindaban las lágrimas que salían del alma y el chirrincho, como diciéndole, que aunque nos duele su partida, queremos que suba contento.

En la casa, un grupo de mayoras preparaban la comida, esperando la visita que con Duván, llegaba. Eso era una minga. La lluvia, que desde el primer día de su partida apareció, seguía acompañando, unos decían que porque “era muy chirrinchero” otros “porque están brindando mucho” y finalmente y la que más nos convence “es que Duván, no quiere que se vayan, quiere que sigamos acompañando” y claro, mientras se acompaña y para pasar el frio, no está demás un poquito de chirrincho.

Por otro lado, un grupo de jóvenes, cargado de colores, música y danza empiezan a plasmar la imagen de Duván, en medio de las montañas de su territorio. Lo que al principio fueron unos trazos sin forma, concluyeron en el agradecimiento de la familia y la comunidad.

La gente sigue llegando, la música está presente, doña Marta, madre de Duván, está un poco más tranquila y pide que sigan tocando para que no se sienta la tristeza. Los amigos más cercanos de él no pueden sostenerse la mirada y con ese hecho lo dicen todo.

Los músicos del territorio preparan las canciones que alegraran a Duván, en esta despedida, mientras que sus compañeros de comunicación, como es: Alex, Wilfredo y Cristian preparan los videos que compartirán con la comunidad y que siempre lo traerán a la memoria del pueblo.

La cita ahora, después de dos días, es en la institución educativa de la vereda La Peña, lugar en donde se le realizara un homenaje. La comunidad va llegando. En su hogar, doña Marta, se niega a que él salga. Un nudo en la garganta se hace presente en nosotros. Finalmente, se anuncia que nuestro compañero viene en camino, la guardia indígena se va acomodando para la calle de honor, la comunidad se pone de pie, suena el himno al pueblo Totoroez, las pañoletas y los bastones están mas altos y firmes que nunca.

Intervienen muchas personas, todas con el mismo nudo en la garganta, cortándoles la voz. Sale al frente la hermana, toma el micrófono y dice “las primeras lagrimas fueron de dolor por la partida de mi hermano, las de ahora, son de orgullo por todo lo que él hizo” por su parte, el sobrino, nos dice que no lo olvidemos, que lo tengamos presente en nuestra lucha, porque solo así, lo mantendremos vivo.

Los y las mayoras, lo ven por última vez en este espacio, le susurran las últimas palabras, encomendándole el territorio y pidiéndole que suba tranquilo, porque acá seguiremos su lucha.

Ya es tarde, ya es hora de regresarlo a la tierra; nos vamos preparando, para este último recorrido con Duván, él va punteando. La chirimía, en medio de la comunidad, va alegrando cada paso, porque el compañero tiene que irse contento.

Duván, va regresando a la tierra. Junto con el sonido de la chirimía, se escucha el llanto de sus seres queridos, quienes se habían mantenido fuertes, pero hacerse a la idea de no verlo más con nosotros en este espacio, no es fácil.

En este último paso, se le brinda más chirrincho, “porque eso era lo que le gustaba” a la cruz que acompañara su tumba, se le amarra una pañoleta que dice “Buen Vivir”, con mucho cariño se la dejo el compañero de comunicación, el mono le dicen en los territorios indígenas. Que por cierto y no les habíamos dicho en este texto, hace parte de una producción audiovisual en la que Duván, participó y que habla de su pueblo, el pueblo Totoroez.

Así este comunicador de Radio Libertad pueblo Totoroez, en medio de la lluvia retorna a la tierra, encomendándonos mantener la alegría, para seguir caminando con orgullo la palabra digna en el territorio.

Por: Programa de Comunicaciones-CRIC.

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