Por: Juan Pablo Ruiz Soto

Earth Policy Institute —conocido centro de investigación basado en Washington— ha publicado un libro denominado Planeta lleno, platos vacíos.

Entendiendo la nueva geopolítica de la escasez de alimentos. Argumenta que estamos entrando en una era de escasez de alimentos y muestra su alto impacto sobre los grupos más pobres del mundo. Las reservas de alimentos están reduciéndose de manera dramática y en el mundo su índice de precios se dobló en sólo una década. La población mundial sigue creciendo y los cambios en el comportamiento del clima están afectando la producción de alimentos. Según el documento, si las cosas siguen a este ritmo, la comida es el nuevo petróleo y la tierra será el nuevo oro.

El estudio dice que muchos inversionistas se están desplazando a otros países para adquirir tierras. La compra o la adquisición de derechos de uso para largos períodos por inversionistas extranjeros está creciendo aceleradamente. Los principales países que compran tierras en otros países son Arabia Saudita, Corea del Sur, China e India. China era autosuficiente en suministro de alimentos y desde 1995 se ha vuelto importador, con cantidades crecientes año tras año. Hoy es el principal importador de alimentos en el mundo. Tenemos que estar alertas con los tratados de libre comercio y la apertura para la inversión en tierras por extranjeros. Corea del Sur y China son bastante agresivos en este aspecto.

El informe señala que por la manera como se adelanta la compra de tierra, ha sido difícil llevar un registro de esta actividad. Entre octubre de 2008 y agosto de 2009 —según informe del Banco Mundial— se registraron 464 negociaciones de compras para proyectos agroindustriales, y aunque sólo se identificó el área para 203 de estas transacciones, significó la compra de 55 millones de hectáreas. Estas adquisiciones se hicieron principalmente al sur de desierto del Sahara en África y en el sur de Asia. En América Latina, principalmente en Brasil y Argentina. Una sola empresa china reportó para el 2010 producción de soya en más de 200.000 hectáreas en Brasil y en el 2011 realizó inversiones que le permitirán llevar en los próximos años su producción a 1,5 millones de toneladas de soya por año en Bahía (Brasil).

No sólo la producción de alimentos mueve a los inversionistas a comprar tierra, también los agrocombustibles, las bajas tasas de interés y la especulación se suman para encarecer los precios de la tierra. Bancos de inversión, fondos de pensiones e individuos ricos están invirtiendo en portafolios que incluyen adquisición de tierras en otros países.

En Colombia, inversionistas extranjeros están comprando mucha tierra de manera directa o en asocio con empresarios locales en los Llanos Orientales y en el Magdalena Medio. Adquirir derechos sobre la tierra significa también la adquisición de algunos derechos de uso del agua, y en todos los casos genera la exclusión de la propiedad y el manejo por y para las poblaciones locales. Podemos estar en la antesala de entregar el manejo del territorio y del agua y el suministro de alimentos a intereses foráneos. Hay que pensar como país y definir una política que limite la compra de tierra por foráneos; si no lo hacemos, tierra y agua quedarán en manos de inversionistas extranjeros.

 

 

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