Empresario Guido del Castillo envía matones para asesinar comuneros porque no le dejan saquear cerro y enfrenta comunidades. Hay varios heridos de bala.

Por Tankar Rau-Rau Amaru (*)

Varios comuneros heridos de bala (entre ellos un niño pastor de ovejas) y un desaparecido es el saldo que dejó el ataque de los delincuentes que Guido del Castillo, dueño de la minera Aruntani SAC, envió desde el Cusco a la comunidad de Pucuta, distrito de Curahuasi, provincia de Abancay, Apurímac. Un niño que pasteaba sus ovejas en las laderas de iniciales J.R.A (08) también fue apedreado por los matones. El motivo: los comuneros no quieren que Aruntani SAC explote en su territorio, más bien ellos mismos lo vienen trabajando en forma artesanal y con las leyes en la mano, pues están a un paso de formalizarse. Ellos no quieren ser empleados de Aruntani, ni entregar esos cerros que valen millones a las transnacionales; ellos mismos quieren explotarlo en forma racional… Si lo explotan los comuneros, los cien soles que ganan se quedarán en la comunidad, aparte de canon para Apurímac porque los mineros tributan. Si lo explota Aruntani, solo quedará en el Perú aproximadamente tres soles de cada cien soles que gane esta empresa (de allí solo llegará a Apurímac 1.5 soles en forma de canon).

Con esta acción Guido del Castillo emprendió una política de destrucción de comunidades campesinas, dividiéndolas, haciendo pelear a hermanos contra hermanos, una estrategia utilizada antes en Apurímac (específicamente en Huancabamba y Cceñuarán) por otras transnacionales como Ares de sus amigos los Hoschchild.

 El ataque se produjo el día domingo a las nueve de la mañana en el asentamiento de mineros artesanales de Pucuta, según denunció el presidente de dicha comunidad, Edwin Huillca Gonzales. Uno de los heridos de bala fue identificado como Wilfredo Huamán Aymara (40), comunero de Collpa y trabajador de la mina. El desaparecido es un señor de 60 años de nombre Guillermo. Los matones llegaron desde el Cusco en varios vehículos, entre ellos uno de color plomo oscuro de placa C8I-286 y otro de placa X20-706. Después de atacar a los comuneros en el cerro, incendiaron los campamentos de los comuneros y sus equipos de trabajo. Los matones fueron detenidos en la noche por los efectivos policiales de Curahuasi cuando regresaban de Pucuta al Cusco luego de causar desmanes, pero fueron liberados después de tomar su manifestación.

  El presidente de la comunidad de Pucuta, Edwin Huillca Gonzales, pidió la presencia de una comisión de alto nivel de la PCM en Abancay para buscar una salida al problema. También pidió el apoyo de la Defensoría del Pueblo.

HERIDO ABANDONADO

 El Centro de Salud de Curahuasi fue informado el domingo en la mañana sobre los heridos de bala, pero no se movieron sino hasta las tres de la tarde. Sin embargo, la ambulancia se regresó de Antilla, dejando a su suerte a los heridos de bala, por lo que el centro de salud de Curahuasi será denunciado oportunamente. Los heridos recién fueron traídos al hospital el día de ayer lunes.

NEGLIGENCIA POLICIAL

Cabe informar que la policía de Abancay fue informado mediante oficio 009-2014-AMP-A, firmado por el presidente de la comunidad de Pucuta, de los posibles ataques el 4 de diciembre (adjuntamos copia de oficio). Sin embargo, no movió ni un efectivo policial a la comunidad de Pucuta. Incluso el día domingo, aun enterados del ataque, no se movieron de la comisaría de Curahuasi, faltando a su obligación de proteger a los comuneros. Los comuneros de Pucuta responsabilizaron a la policía por no haber intervenido con el resguardo en el caso oportunamente.

PROBLEMA GENERADO POR ARUNTANI

 Las comunidades de Ccollpa, Pucuta y Antilla, que vivían en armonía desde siempre, se convirtieron en una zona de guerra entre comuneros desde el día en que llegó a la zona la minera Aruntani, la cual dividió a los comuneros y enfrentó hermanos contra hermanos, hecho que degeneró en varios hechos lamentables. Varias veces la minera transportó a algunos comuneros, incluso ancianos, hasta Abancay para presionar a las autoridades, con el fin de sacar a los mineros comuneros de Pucuta de su territorio y dejar libre entrada a Aruntani. Para tal efecto ha “comprado” a algunos dirigentes comunales y autoridades de Abancay, principalmente las del DREM, que esperamos sean cambiados por el nuevo presidente regional. El presidente regional, Elías Segovia, también se prestó a este juego que beneficia a la transnacional, pues desde la DREM canceló las declaraciones de varios comuneros.

Ya anteriormente se produjo el incendio del campamento de Aruntani, supuestamente a manos de la misma minera, para denunciar y perseguir después a los comuneros que no aceptan el ingreso de esta empresa. Anabi ya hizo lo mismo en la comunidad de Llusco (Chumbivilcas, Cusco) en el 2012, donde el campamento fue incendiado por agentes de la transnacional; con ese pretexto se persiguió a los comuneros con denuncias.

Guido del Castillo y sus aliados transnacionales tienen otros proyectos en Apurímac. Uno de ellos se denomina Anama, ubicado en la provincia de Antabamba, y producirá sesenta mil onzas de oro al año. Otro proyecto, pero de cobre, se denomina Anabia, programado para producir unos veinte mil toneladas de cobre metálico al año a partir del 2015.

 En la actualidad Aruntani opera cuatro minas de oro: Aruntani (Moquegua), Arasi (Puno), Anabi (Cusco) y Apumayo (Ayacucho). Juntas suman una producción de 350.000 onzas de oro.

¿Y EL FRENTE DE DEFENSA DE ABANCAY?

Ahora que una transnacional con fachada de nacional mete bala a comuneros abanquinos, en la misma puerta de la provincia, ¿qué dirá el supuesto Frente de Defensa de Abancay? ¿Solo sirve para atacar a los andahuaylinos y a las autoridades elegidas con supuestas denuncias de corrupción? ¿Qué dirán esos políticos que en la campaña se convierten en “defensores de los campesinos” y llegan a los pueblos prometiendo el oro y el moro? ¿Qué dirá UNAMBA cuando uno de sus profesores defiende a una transnacional (habría estado dirigiendo a los delincuentes) y promueve la expulsión de los comuneros de su territorio (debería tener vergüenza de enseñar en una universidad que lleva el nombre de Micaela Bastidas)? ¿Qué dirán los congresistas de Apurímac ante este atropello? ¿Qué dirán las nuevas autoridades recién elegidas? Por ahora, se viene formando en Abancay un Frente de Defensa de los Recursos de Apurímac con el grito: ¡ARUNTANI NO VA!

(*) Escritor y periodista. Autor de ALLIN KAWSAY Y EL PODER EN EL PERU

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