Somos Bartolina, somos la Gaitana: Mujeres indígenas transmisoras de cultura y garantes de la pervivencia de nuestros pueblos

Todas somos Bartolina, su nombre simboliza el de miles de mujeres indígenas de la Madre Tierra, de Nuestra América, de Colombia; todas desde nuestros distintos quehaceres luchando, en ocasiones sin darnos cuenta, por nuestros derechos; todas pariendo procesos, reivindicaciones, esfuerzos, hijos, hijas; todas transmisoras de nuestra cultura, garantes de nuestra pervivencia. Hoy 5 de septiembre, se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena, y resulta importante, darle contenido desde nuestros saberes y realidades para mostrar situaciones que validan nuestras consuetudinarias exigencias por la salvaguarda de nuestros derechos, los cuales han sido y aún hoy siguen siendo vulnerados de forma reiterada y con variadas expresiones, que nos victimizan y nos sitúan en grave riesgo no solo a nosotras como sujeto colectivo mujer, sino a Pueblos Indígenas enteros, vistos integralmente.

El conflicto armado, el accionar de los actores armados legales e ilegales, el despojo, la globalización financiera y de las transnacionales, los megaproyectos, las múltiples formas violencias y otros muchos factores han materializado para los Pueblos Indígenas riesgos específicos que se muestran con crudeza en los cuerpos, mentes y espíritus de las mujeres indígenas, ¿Cómo no alzar nuestras voces ante la injusticia, la impunidad y la discriminación? ¿Cómo no reaccionar ante las distintas formas de violencias que nos aquejan? ¿Cómo no seguir movilizándonos desde distintos escenarios para visibilizar nuestra situación y con ello generar estrategias de prevención y protección para nosotras y con ello para nuestros pueblos?

Contundentes son los datos que en materia de desplazamiento forzado se muestran a 2009; para dicha anualidad se cuentan en total 37.986 mujeres indígenas en situación de desplazamiento; cifra que no tiene en cuenta el sub-registro que, por aspectos de diversa índole (que van desde la no realización de la declaración del hecho, hasta la carencia de un enfoque diferencial al recepcionar la declaración), impiden consolidar y mostrar el total de casos existentes: la cifra a 2012 es mucho más elevada, guardando relación directa con los niveles de invisibilidad. (Lea Informe Consejería ONIC, La Violencia Sexual, una estrategia de Guerra)

A este panorama se adicionan, los casos de feminicidios (Lea comunicado al respecto), al menos uno por mes en lo que va del año; siendo el más reciente el ocurrido en el Municipio de Pueblo Bello en donde la víctima fue una niña del pueblo Arhuaco, su cuerpo sin vida fue encontrado con señales claras de violencia sexual. Desafortunadamente no se cuenta con cifras exactas que permitan evidenciar la grave y sistemática situación de violencia sexual, pero sabemos de los altos niveles de impunidad, que nos permiten que las mujeres indígenas accedamos efectiva y diferencialmente a la justicia.

Estas y otras formas de violencias en contra de las mujeres indígenas afectan de manera individual, a las víctimas; y colectiva, a sus comunidades, generando impactos graves en la cosmovisión de los pueblos: la agresión a una mujer, se transforma en una afectación directa para la totalidad del pueblo al que pertenece.

A pesar de lo anterior, las mujeres indígenas hemos seguido luchando, generando estrategias de resistencias, consolidando nuestros argumentos, hablando, tejiendo y construyendo desde el único lenguaje que entendemos como parte de nuestras entrañas: la paz. Nuestros aportes al movimiento indígena en Colombia y en Nuestra América han sido determinantes para fortalecer procesos organizativos fundamentados en la autonomía, el respeto a nuestros territorios, la unidad de los pueblos, la consolidación de nuestras culturas y en el reconocimiento de nuestros derechos ancestrales.

Sin lugar a dudas este no ha sido un ejercicio sencillo; plagado de resistencias y oposiciones, nuestras luchas como mujeres indígenas se ven abocadas históricamente a la duplicidad de esfuerzos para enfrentar las diferentes formas de violencia y las vulneraciones de nuestros derechos individuales y colectivos. Nuestras acciones en lo privado y en lo público han buscado y buscan consolidar nuestra voz, nuestras voces, evidenciando que en la polifonía se han consolidado nuestras posturas colectivas.

Hoy nosotras, mujeres indígenas, reiteramos que somos indispensables en la consecución de libertades y derechos para todas, para todos, para nuestros pueblos. De la misma forma que a Bartolina Sisa, muchas hermanas han sido silenciadas, sin embargo no han podido ni podrán acallar nuestro ser en tanto dadoras de amor, de resistencias. La semilla que sembramos al parir pervive más allá de nosotras mismas, más allá del hoy, se transforma en historia, en sujetos con la potencia de cambiar el mundo, en sabiduría, en buen vivir, en la consolidación de garantías colectivas. Se transforma en el legado de la Madre Tierra, porque nosotras somos una proyección de ella; se transforma, en últimas, en vida.

Por: Consejería de Mujer Familia y Generación

Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC)

Tomado de: http://cms.onic.org.co/2012/09/mujeres-indigena-transmisoras-de-cultura-y-garantes-de-la-pervivencia-de-nuestros-pueblos/

Compartir