Jorge Caballero

Ese difícil arte de comunicarnos

(Disoñar: sentimientos y consensos)”

El siguiente texto, es una relatoría de una de las tantas ponencias sobre comunicación que realizo Jorge Caballero, y ésta en especial en la Laguna de la Cocha, Nariño.

Quizá sus frases y palabras, no son más que reflexiones sobre su pasión por la vida, el amor por la naturaleza, su lucha en defensa de la dignidad de los pueblos y su disponibilidad permanente para escribir cada accionar del proceso político organizativo. Como buen comunicador social, que se respete, bohemio, tomador de pelo y alegría, pero eso sí,  siempre tomando apuntes y escribiendo síntesis para luego… Consideramos que más que una ponencia, el presente escrito, es su biografía. Es un documento valioso, pues es dicha y pensada por él mismo, unos meses antes de que enfermara, situación que lo llevo hoy 14 de abril al seno de la madre tierra.

Creo que cuando era chico sufría de claustrofobia y los paganinis fueron los salones de clase a los cuales culpé de mis primeras frustraciones. Nunca responsabilicé de mis angustias y torpezas a los maestros pues así me reprimían con regla, vaciadas y humillaciones permanentes les guardo hasta el día de hoy una reverencia total por su exitosa labor en beneficio del establecimiento. Creo que lo que ha cambiado, desde entonces, es mi valoración frente al establecimiento, bien diferente hoy a lo que percibía entonces, corroborando, sin embargo, que los maestros continúan siendo, para infortunio de la sociedad, tenazmente eficientes.

Confieso que llegué por pura carambola a profesionalizarme en lo que mi primer contrato laboral llamó dibujante creativo (que paradójicamente no era lo uno ni lo otro). Y digo trabajo profesional no por haber logrado méritos académicos sino por tozudas jornadas en la empresa privada que me permitieron ayudar con la crianza de tres vástagos y una fémina (quienes fueron por largo tiempo los motivadores de mis alegrías y fantasías libertarias). Confieso que esa labor, realizada con algo de afanes, hasta ya cumplidos mis 30 años, se convirtió, además, en la excusa perfecta para facilitar mi relación con el movimiento social y por supuesto con el movimiento indígena.

Creía entonces que tanto la publicidad como la educación eran parte de la receta que los marxistas llamaban el opio del pueblo. Mi afán era combatir ese monstruo de varias cabezas… pero como al pobre y al feo todo se le va en deseos, mis proyectos quedaron a la deriva y con la ilusión secreta que otros desarrollarían fórmulas para limitar su efectividad.

Pasado los años y con la suerte de hallarme compartiendo experiencias, primero con procesos regionales dispersos de la ONIC y por largos periodos con las comunidades indígenas del Cauca, me fui percatando de métodos que de verdad se oponían no solo al establecimiento (invasores) sino que les permitía a los   pueblos indígenas mantener su memoria milenaria con sus formas particulares de vida.

Con ellos descubrí derechos que para muchos occidentales se consideran antivalores: el derecho a la pereza; el derecho a la ignorancia  el derecho a la identidad, el derecho al territorio, el derecho a la vida. Aprendí también que la objeción de conciencia es el primer fundamento de la resistencia… Ello se sustenta en que somos producto de un modelo de invasión que no termina, en donde los principales instrumentos del dominador son el terror, las iglesias, los ejércitos y la escuela; éste último llevado a su máxima expresión con la evolución de los mal llamados medios de comunicación.

Percibí entonces que el dominador ha divido la sociedad en lo que yo llamo trialidades, es decir tres realidades que conviven en los territorios y frente a las cuales el poder desarrolla estrategias e impone discursos para mantener su control. Estas son: la realidad de los conquistadores, la realidad de los vencidos y la realidad de las resistencias.

La primera, producto, invasión (cómoda como conquista) principalmente de la eficiencia del modelo educativo imperante, no permite dudas frente a la verdad de los dominadores, así se nos presente en forma de vocal o de colores, así sea creacionista o evolucionista, teológicas las dos al fin y al cabo. Máxima actual: trabajar, trabajar y trabajar.

La segunda, consecuencia de la guerra, nos coloca en el plano de la impotencia y nos hace ver que hay un enemigo indestructible, el cual está en el poder y al que solo lograremos derrotar usando sus propios métodos y herramientas. Máxima actual, subversión clandestinidad o partidos de colores.

La tercera, saber colectivo, que se manifiesta desde la conciencia de la presencia de un invasor que es contrario a lo que originariamente se desarrolló en este continente, al cual hay que cerrarle el paso buscando formas permanentes que permiten recordar nuestras diferencias y lucharle milímetro a milímetro, segundo a segundo, nuestro territorio y nuestra existencia. Máxima actual: ¿Bicentenario… cual independencia?

Sus símbolos: la escuela, la religión, el ejército, la cárcel y hasta los hospitales.

Símbolos: guerrillas, partidos alternativos que se distribuyen por lo necios o radicales.

Auto-descubrimiento: pueblos indígenas

Aquí empezó a disonar: a distinguir y relacionar  mis sueños con los de otros  diseñadores, pues sin proponérmelo llegue a ser (sin serlo) lo que el maestro Zuleta llamaba in profesor: aquel  que se esfuerza por enseñar lo que  nunca pudo aprender…. Paradójicamente, yo que renegué. Yo que aun la encuentro innecesaria y peligrosa para la vida en sociedad, aparezco  en algunos espacios como profesor, tal vez ante mi afán de hacer que la gente se interese por indagar sobre las cosas simples que suceden a su alrededor. En esa búsqueda me encontré desarrollando una metodología para desarrollar el fenómeno de la  comunicación, de la cual he podido concluir que ella no puede existir hasta tanto se supere la falacia de la información

Yo, aprendiz me confieso, los pueblos indígenas nos enseñan que los sueños son espíritus que representan la invención máxima de  la libertad; nadie los dirige, nadie los domina, nadie puede hacer conciencia de sus tiempos, sus figuras o sus códigos… solo se hacen consientes cuando afectan los sentidos; entonces, el sueño es perturbar por el sentir que busca hacerse conciencia y viene la zozobra, la angustia de lo onírico, haciéndose obligante  abrir  los ojos y estrellarnos con la luz en un juego de sombras y movimientos donde se atraviesan las palabras en una recreación incomprensible de ideas que nos hace balbucear y buscar a nuestros congéneres para narrarles las pocas imágenes que forma de recuerdos que conservamos de esos momentos previos de libertad.

¿Será ese los privilegios de nuestra condición humana? ¿somos entonces los únicos usufructuarios de la admiración, la sospecha, el goce, el amor? Los pueblos indios dicen que no, pues hasta las piedras tiene alma. Pero bueno, lo cierto es que al abrir los ojos se estimula la conciencia, viene a nosotros esa carga infinita de los pensamientos y el razonamiento que cobra vida con la mímica y la palabra, si, viene esa magia de las abstracciones y sonidos, los cuales  no tiene sentido si no están en permanente relación con el colectivo.

Pero bueno, la idea es contarles que trato de  explicar ( y explicarme) el fenómeno de la comunicación, en los llamados talleres organizativos, habíamos desarrollado un esquema metodológico, que con la idea disoñar se puede completar de la siguiente manera: soñar para sentir, sentir para despertar, despertar para observar, observar para pensar, pensar para hablar , hablar para debatir y debatir para  consensuar.

Nuestro primer esquema surgió de las diversas construcciones hechas por los pueblos, donde se muestra que no todo lo que vemos es semejante y que para poder construirlo, para darle forma, para volverlo imagen, para hacerlo conciencia es imperativo ponerlo en común (lo informamos), pues solo así podremos identificar las diferencias, encontrar los ritmos, los sabores y los colores y finalmente construir los sonidos y los símbolos, que es a lo que yo llamo el momento culminante del consenso.

Es en este escenario que aparece la memoria ancestral de los pueblos originarios y su recurso inevitable a la palabra. Sus plantas sagradas, como la Coca y el Yagé, evidencian que el verdadero sentimiento está en el espíritu de los sueños. Esta energía solo puede volverse parte de nuestra vida cuando la hacemos vigente en nuestra realidad (despertar, pensar, hablar, debatir, consensuar).

Debo condensarlo sin ambages, cuando descubrí la existencia de los diseñadores, aquellos disoñadores de sueños, creí completar esa idea que me acomete desde temprana edad: dominar mis sueños (que como diría Borges, no son míos si no de alguien que en otro lugar me sueña).

Sin embargo, ese pensamiento resulta siendo una propuesta atrevida y peligrosa, pues tratar de dominar al espíritu de los sueños involucra el riesgo de hacerlos prisioneros, como han hecho prisioneros al espíritu del agua, al espíritu del fuego, al espíritu del aire.  Puede suceder: que los sueños dejen de ser libres y es lo menos, creo, que todos estemos buscando.

Pero bueno, tampoco quiero hacer de aguafiestas, hoy me visita otra idea con la invasión a este encuentro de diseñadores, y es, pensar que al diseñar los sueños de forma colectiva podremos de manera consiente y con la ayuda del Espíritu de los sueños, completar ese círculo llamado COMUNICACIÓN como proyecto humano, mejor, como un proyecto de vida integral.

Una situación sorprendente  en la indicación, que también hacen los indígena en el mundo,  y que reseño según le relata el lingüista  Tulio Rojas, catedrático de la universidad del cauca, al examinar la intimidades del Nasa Yuwe;  su narración nos dice que al despertar los nasa se preguntan entre sí ¨… y que le dijo el sueño ¨

Me parece  que con esta expresión se constata que el sueño es un ser, un espíritu que habla, que muestra visiones del pasado y del futuro, indicaciones, todas ellas, susceptibles de  ser modificadas. Adivinos, pitonisas, videntes y magos ya lo avían anunciado: todo lo que se manifiesta de forma premonitoria tiene opciones de cambio. Tal vez por ello para mucho los pueblos originarios el pasado y el presente  está al frente, son puntos de referencia para ser mirados y modificados según las necesidades de sus planes de vida, de sus intereses de permanencias y pervivencia en un territorio como seres colectivos. Desde estas máximas o formulas básicas de los pueblos  me pregunto: ¿no ello lo más parecido a disoñar?

Concluyo, entonces, y creo que lo puedo decir sin temor a equivoco: SUEÑO Y CONSENSO permiten activar un método añejo para recomponer la vida en el planeta, aspiración que se encuentra distante, casi invisible, en la llamada civilización occidental, la cual (informo) avanza así  los abismos de la individualidad, de la depredación y de la decidía, con su máquina terrorífica de la invasión,  que funciona en amerrikua hace ya quinientos y más años.

JORGE CABALLERO FULA

Q.        E.         P.         D.

La Cocha, Nariño, Tiempo de Disoñar

Agradecimientos a Ricardo ultima

A todos los disoñadores y disoñadoras congregados

A los lugareños que hoy representan a los pueblos indígenas guías permanentes en mi proceso de vida deseando de corazón que el pueblo Killasnga  pueda recomponer su historia y con ella su identidad

A las propuestas comunitarias  que como la asociación para el desarrollo campesino cumple 30 años demostrando que el trabajo con, dentro y al lado de los movimientos sociales de base deja satisfacciones y momentos especiales como este encuentro.

A personalidades como Ricardo Cobo y león Octavio que con invenciones como Fedar y Villa  Maga nos han indicado rutas de resistencia (respeto y admiración)

Aclaración: alguien preguntó con sorpresa quien era yo cuando Ricardo en su presentación menciono mi nombre y creo que ni yo mismo lo sé. Lo que entiendo es que conmigo… muchas veces avanza la voz del proceso indígena del Cauca y por ese reconocimiento somos bendecidos de poder gozar momentos como este

surge el pretexto para devolver que acompaño y soy parte de este proceso comunicativo CRIC”

En fin agradecimientos a todos por existir y por estar aquí… a la Cocha (espíritu de las lagunas que se resiste a desaparecer o combinar su identidad por el de una represa u otra … de iluminada civilización occidentales)

Hasta siempre. Hermano Jorge

“Soy tuyo, madre tierra: me invade el parentesco inevitable y hondo de tu ritmo en mi sangre, porque pese a mi miedo, a mi apego a la vida, hay algo en mis adentros que espera y desespera por regresar a ti…”

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