La nueva Ley ordena que las comunidades étnicas tengan traductores al español, en lo referente a sus relaciones con la justicia, salud y la administración pública. Además contempla el fortalecimiento de maestros e investigadores, entre otros temas.

Una vez radicado en el Congreso el proyecto de ley fue presentado y discutido en 30 asambleas de concertación donde estuvieron presentes representantes de 76 grupos étnicos y de 62 organizaciones.

Según la Unesco, en el mundo existen hoy unas 6.000 lenguas. Sin embargo factores como la globalización, el desplazamiento forzado y la intolerancia de grupos mayoritarios, entre otros, las tienen en peligro de extinción. Para el organismo, el 90 por ciento de estas lenguas podría desaparecer en este siglo.

Para evitarlo, varios países y organizaciones mundiales han comenzado a tomar medidas. Una de ellas, es la nueva Ley de lenguas nativas colombiana, aprobada la semana pasada en el Congreso, que garantizará la preservación y protección de las 68 lenguas existentes en el país: 65 indígenas, dos afrodescendientes (creole y palenquera) y el romaní del pueblo gitano.

«La ley establece un esquema para proteger uno de los elementos más importantes de nuestro patrimonio, como es la diversidad lingüística. Además contempla mecanismos de protección, de uso, de divulgación y de garantía para mantenerlas vivas hacia el futuro», destaca Paula Marcela Moreno, ministra de Cultura.

Las ventajas

Una de las primeras tareas de la ley es la creación del Consejo Nacional Asesor de Lenguas Nativas, que deberá entrar en funcionamiento en un plazo no mayor a un año y que será el ente encargado de desarrollar el tema. En él tendrán asiento miembros de los grupos étnicos hablantes elegidos por sus propias comunidades, representantes de la academia y del gobierno.

En lo referente al tema de derechos, el aspecto principal será la implementación progresiva de un cuerpo de traductores y mediadores que pueda atender las poblaciones que no hablan español. «Ese grupo se encargará de ayudarlos en sus relaciones con la justicia, con la salud y con la administración pública, como a la accesibilidad a los documentos de los programas públicos y a la difusión de sus derechos», explica el etnolingüista Jon Landaburu, a cargo del programa de lenguas nativas del Ministerio de Cultura.

Por su parte, uno de los aspectos fundamentales en materia de protección de las lenguas será la mayor presencia en las escuelas a través de la capacitación de los maestros. En ese punto, también se contempla la formación de investigadores indígenas que puedan producir sus propios diccionarios, gramáticas, cartillas y métodos de enseñanza.

«Uno de los postulados más importantes, en el aspecto educativo, es la posibilidad de que en el aula puedan intervenir personas mayores de las comunidades que, aunque no sean docentes formales, son esenciales por el valor de su conocimiento sobre la lengua», explica Landaburu.

La iniciativa del Ministerio de Cultura inserta a Colombia en los esfuerzos, que en el resto del mundo, se vienen adelantando en este campo. Ejemplos de ello son la Carta del Consejo de Europa sobre las lenguas minoritarias o las leyes aprobadas en México, Guatemala, Perú y Venezuela.

SALTO AL FUTURO

El etnolingüista Jon Landaburu destaca dos puntos que serán fundamentales en la lucha por preservar las lenguas. Por un lado, la creación y el fortalecimiento de las emisoras indígenas, que permitirán acercar y mantener en contacto a comunidades alejadas con una misma lengua. Y por otro lado una mayor interacción con Internet. «Esto está ligado a la cultura digital, que en otras partes del mundo como Nueva Zelanda, Hawai, Suráfrica y Perú con grupos tribales, han dado buenos resultados. Hay experiencias muy interesantes de estudiantes que se comunican de una escuela a otra de la misma etnia en su lengua».

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Mincultura adelanta un ‘autodiagnóstico sociolingüistico’ que permitirá recoger propuestas para la protección y fortalecimiento de las lenguas. El Ministerio de Cultura acaba de terminar la primera etapa del «autodiagnóstico sociolingüístico» que permitirá conocer el estado de las 68 lenguas nativas en Colombia.

El estudio, que se adelanta bajo la coordinación general del etnolingüista vasco-franco-colombiano Jon Landaburu, permitirá recoger propuestas para la protección y el fortalecimiento de las lenguas y servirá para sensibilizar sobre la importancia de valorar, preservar y difundir este invaluable patrimonio cultural.

Los primeros resultados de las encuestas aplicadas reflejan el nivel de comprensión de las lenguas nativas por parte de sus hablantes y, a su vez, qué tanto comprenden ellos el castellano. Sobre las competencias para «entender» y «hablar» una lengua en los 13 pueblos encuestados, el 67,7 por ciento aceptó que habla normalmente su propia lengua (véase cuadro 1). Por su parte, un 54,1 por ciento de los encuestados dijo entender y aceptar normalmente el castellano (véase cuadro 2).

«Estos datos, tanto del manejo del castellano como de la lengua nativa, implican replantear el funcionamiento de la educación oficial en los territorios indígenas», anota Landaburu.

Otros de los factores medidos fueron si el hablante «sentía pena de hablar su lengua», el interés por aprenderla, entre los que no la hablan, y las lenguas en las que le gustaría escuchar un programa radial. Al 89,8 por ciento de los encuestados no le da pena conversar en su lengua. Por su parte, el 90,2 por ciento de los que no la hablan en su comunidad están interesados en aprenderla y a más del 60 por ciento le gustaría escuchar programas de radio en ambas lenguas (nativa y castellano).

En esta etapa se estudiaron 13 lenguas (que equivalen a una población de 90 mil personas): tule o cuna (Antioquia y Chocó), ette o chimila (Caribe), wounan (Chocó y Valle del Cauca), palenquero (Bolívar), cubeo (Vaupés y Guaviare), cofán (Putumayo), wiwa (Magdalena, Cesar y La Guajira), tucano (Vaupés y Guaviare), sáliba (Casanare), curripaco (Guainía), puinave (Guainía), ticuna (Leticia) y sikuani (Vichada y Meta).

A estas se suman las que ya habían estudiado, en el 2008, las organizaciones indígenas del Cauca (Consejo Regional Indígena y Cabildo de Guambía), con el apoyo del Ministerio de Cultura, entidades que realizaron unas encuestas similares entre 180.000 personas de las comunidades nasa o paez y guambiana de ese departamento.

Así pues, esta primera fase del autodiagnóstico auspiciado por el Programa de Protección de Lenguas Nativas cubre un total de 15 lenguas y 280.000 personas, es decir, una tercera parte de la población hablante de dichas lenguas. La segunda etapa del estudio, que se realizará durante el primer semestre del 2010, cubrirá otras 15 lenguas: wayú (La Guajira), coreguaje (Caquetá), inga y kamentsá (Putumayo), andoque, bora, miraña, huitoto-nepode, muinane, ocaina y nonuya (Amazonas), achagua (Meta), piaroa (Vichada), inglés isleño (Archipiélago de San Andrés y Providencia) y la romaní de la comunidad gitana (Santander, Norte de Santander y Bogotá, entre otras ciudades).

Con estas 30 lenguas -agrega Landaburu- se está cubriendo una población de 616.000 personas de un universo de 866.000, que representan el 71 por ciento con lengua nativa propia en Colombia.

DISCUTEN PROYECTO DE LEY

De manera paralela, se tramita en el Congreso el proyecto de Ley de Lenguas Nativas, cuya estructura (principios y definiciones, derechos de los hablantes de lenguas nativas, protección de las mismas y gestión) fue fruto de un proceso de consenso y discusión realizado en dos grandes foros de Legislación Etnolingüística. Allí participaron, junto a expertos en el tema, representantes de los diferentes pueblos y organizaciones étnicas.

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