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Servindi, 9 de noviembre, 2016.- La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentacióin y la Agricultura (FAO) en su última edición del informe sobre «El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2016» pone especial énfasis en los tema de cambio climático, agricultura y seguridad alimentaria.

El sector agricultura —incluyendo la silvicultura, la pesca y la ganadería—, necesita tomar más acciones para contribuir en reducir los efectos del cambio climático, puesto que genera cerca la quinta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) del mundo.

El compromiso de erradicar el hambre y la pobreza debe ir acompañado de una rápida transformación de los sistemas agrícolas y alimentarios para adaptarse a un planeta cada vez más cálido, según advirtió la FAO en su nuevo informe.

José Graziano da Silva, director general de la FAO, en la presentación del informe manifestó: «No hay duda de que el cambio climático está afectando a la seguridad alimentaria».

«El cambio climático -añadió- nos devuelve a la incertidumbre del tiempo en que éramos cazadores y recolectores. Ya no podemos garantizar que recolectaremos la cosecha que hemos plantado» añadió.

El Acuerdo de París, adoptado en diciembre de 2015, representa un nuevo principio en el esfuerzo mundial por estabilizar el clima antes de que sea demasiado tarde.

En él se reconoce la importancia de la seguridad alimentaria en la respuesta internacional al cambio climático, como queda reflejado en el hecho de que muchos países sitúen en un lugar destacado el sector de la agricultura en sus contribuciones previstas para la adaptación y la mitigación.

Para ayudar a poner en práctica tales planes, en este informe se señalan las estrategias, las oportunidades de financiación y las necesidades de datos e información correspondientes. También se describen las políticas y las instituciones transformadoras que pueden superar los obstáculos para su realización.

Reproducimos a continuación el prólogo del informe:

Prólogo

Después del histórico Acuerdo de París alcanzado el año pasado y dela Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que marca un camino hacia un futuro más sostenible, la tarea del año 2016 se centra en poner en práctica los compromisos. El rápido cambio en el clima mundial se está reflejando en fenómenos meteorológicos cada vez más extremos y frecuentes, olas de calor, sequías y subidas del nivel del mar.

Los efectos del cambio climático en la agricultura y las implicaciones correspondientes para la seguridad alimentaria ya son alarmantes y constituyen el objeto de este informe. Una constatación importante del mismo es que existe una necesidad urgente de ayudar a los pequeños agricultores en la adaptación al cambio climático. Los agricultores, pastores, pescadores y silvicultores comunales dependen de actividades que están íntima e indisociablemente ligadas al clima, y estos grupos son también los más vulnerables al cambio climático. Necesitarán mucho mayor acceso a las tecnologías, los mercados, la información y el crédito para la inversión con el fin de ajustar sus sistemas y prácticas de producción al cambio climático.

A menos que se tomen ahora medidas para que la agricultura aumente su sostenibilidad, productividad y resiliencia, los efectos del cambio climático comprometerán seriamente la producción de alimentos en los países y las regiones que ya sufren una gran inseguridad alimentaria. Estos efectos pondrán en peligro los progresos en la consecución de los principales Objetivos de Desarrollo Sostenible de acabar con el hambre y la pobreza para el año 2030; después de 2030, sus repercusiones cada vez más negativas en la agricultura serán generalizadas y, en algunas zonas, catastróficas.

A través de sus efectos en la agricultura, los medios de vida y la infraestructura, el cambio climático amenaza todas las dimensiones de la seguridad alimentaria. En concreto, expondrá a las zonas urbanas y rurales al aumento y la volatilidad de los precios de los alimentos. También afectará a la disponibilidad de alimentos al reducir la productividad de los cultivos, la ganadería y la pesca, y obstaculizará el acceso a los alimentos al perturbar los medios de vida de millones de habitantes de las zonas rurales que dependen de la agricultura para sus ingresos.

No hay duda de que es necesario afrontar conjuntamente el hambre, la pobreza y el cambio climático. Se trata, desde luego, de un imperativo moral, pues aquellos que actualmente están sufriendo más son quienes menos han contribuido al cambio climático. En el informe se describen maneras de adaptar la producción de los pequeños agricultores al cambio climático y de aumentar la resiliencia de los medios de vida de las poblaciones rurales.

La diversificación y la mejor integración de los sistemas de producción de alimentos en procesos ecológicos complejos crean sinergias con el hábitat natural y no agotan los recursos naturales. La agroecología y la intensificación sostenible son ejemplos de enfoques que mejoran los rendimientos y aumentan la resiliencia a través de prácticas como los abonos verdes, los cultivos de abono verde que fijan el nitrógeno y la gestión sostenible de los suelos, así como la integración con la agroforestería y la producción animal.

Una mayor resiliencia de los sectores de la agricultura e inversiones inteligentes en los agricultores en pequeña escala pueden dar lugar a un cambio transformador y mejorar las perspectivas y los ingresos de los más pobres del mundo, protegiéndolos al mismo tiempo de los efectos del cambio climático. En este informe se pone de manifiesto que los beneficios de la adaptación son superiores por márgenes muy amplios a los costos de la inacción. Para esta transformación hacia una agricultura sostenible y más equitativa, debe mejorar el acceso a los mercados y a un asesoramiento de extensión adecuado, mientras que la inseguridad de la tenencia, los altos costos de transacción y la menor dotación de recursos, especialmente entre las mujeres de las zonas rurales, son obstáculos que será necesario superar.

La diversificación de los medios de vida también puede ayudar a los hogares rurales a gestionar los riesgos climáticos combinando las actividades agrícolas con el trabajo estacional, tanto en la agricultura como en otros sectores. En todos los casos, será necesario que los programas de protección social desempeñen una importante función, ayudando a los pequeños productores a gestionar mejor el riesgo, reduciendo la vulnerabilidad ante la volatilidad de los precios de los alimentos, y mejorando las perspectivas de empleo de las poblaciones rurales que abandonan la tierra.

A fin de mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo del límite máximo crucial de 2 °C, las emisiones tendrán que reducirse hasta un 70 % para 2050. Solo se puede mantener el cambio climático dentro de niveles manejables con la contribución de los sectores agrícolas. Estos representan actualmente al menos la quinta parte de las emisiones totales, principalmente procedentes de la conversión de bosques en tierras agrícolas, así como de la ganadería y la producción de cultivos.

El desafío consiste en reducir las emisiones y satisfacer al mismo tiempo una demanda de alimentos sin precedentes.

Los sectores agrícolas pueden contribuir sustancialmente a equilibrar el ciclo del carbono mundial. Del mismo modo, en el sector forestal, evitar la deforestación, aumentar la superficie forestal y adoptar un manejo con rendimiento sostenido en la producción de madera de construcción puede fijar grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) atmosférico. Los suelos son fundamentales para la regulación de las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero. El uso adecuado de la tierra y el manejo de suelos conducen a aumentar y mejorar la calidad y la fertilidad de los suelos y pueden ayudar a mitigar el aumento del CO2 atmosférico.

Es esencial que los compromisos nacionales (las promesas de los países que constituyen la base del Acuerdo de París de 2015 sobre el cambio climático) se concreten en la adopción de medidas. La Conferencia de las Partes que se celebrará en noviembre de 2016 en Marruecos prestará una atención especial a la aplicación del Acuerdo en los sectores agrícolas. En este informe se señalan las estrategias, las oportunidades de financiación y las necesidades de datos e información, y se describen las políticas y las instituciones transformadoras que pueden superar los obstáculos a la aplicación. A medida que los países revisan y, cabe esperar, potencian sus planes nacionales, el éxito en la realización de sus compromisos -en particular en los sectores agrícolas- será de importancia decisiva para la creación de un círculo virtuoso de mayor ambición.

El cambio climático es una piedra angular de la labor emprendida por la FAO. Para prestar asistencia a los Miembros de la Organización, hemos invertido en ámbitos que promueven la seguridad alimentaria conjuntamente con la adaptación al cambio climático y su mitigación. La FAO está ayudando a reorientar los sistemas alimentarios y agrícolas en los países más expuestos a los riesgos climáticos, prestando especial atención al apoyo para los pequeños agricultores.

La FAO trabaja en todos sus ámbitos de especialización en pos de nuevos modelos de agricultura sostenible e inclusiva. A través de la Alianza Mundial por el Suelo, la FAO promueve la inversión para reducir al mínimo la degradación del suelo y restaurar la productividad en las regiones donde las personas son muy vulnerables, estabilizando así las reservas mundiales de materia orgánica del suelo.

Participamos en el Programa mundial para una ganadería sostenible y hemos puesto en marcha un programa para reducir las emisiones entéricas de metano procedentes de los rumiantes utilizando medidas adecuadas para los sistemas agrícolas locales. En el sector pesquero, la Iniciativa sobre el crecimiento azul está integrando la pesca y la gestión ambiental sostenible, en tanto que un programa conjunto con la Unión Europea tiene por objeto proteger los bosques ricos en carbono.

Ofrecemos orientación sobre la inclusión de la diversidad genética en la planificación nacional de la adaptación al cambio climático y hemos aunado nuestras fuerzas con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo para apoyar a los países a medida que incorporan la agricultura en sus planes de adaptación y en sus procesos de presupuestación. La FAO también ayuda a vincular a los países en desarrollo con las fuentes de financiación para el clima.

Es necesario que la comunidad internacional aborde el cambio climático hoy mismo, permitiendo que la agricultura, la actividad forestal y la pesca adopten prácticas respetuosas con el clima.

Ello determinará si la humanidad alcanza el éxito en la erradicación del hambre y la pobreza para el año 2030 y en la producción de alimentos para todos. La continuidad de la situación actual no es una opción posible.

La agricultura ha sido siempre la interfaz entre los recursos naturales y la actividad humana. Hoy en día posee la clave para resolver los dos mayores desafíos con que se enfrenta la humanidad: la erradicación de la pobreza, y el mantenimiento del corredor climático estable en el que puede prosperar civilización.

José Graziano da Silva, Director General de la FAO

Acceda al informe completo haciendo clic en el siguiente enlace:

– «El estado mundial de la agricultura y la alimentación 2016» (versión PDF, español, 214 páginas)

Fuente: https://www.servindi.org/actualidad-noticias/22/10/2016/como-esta-el-estado-mundial-de-la-agricultura-y-la-alimentacion

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