Shuk ñawpa ñan purinkichik: Caminemos hacia el retorno del camino ancestral.

Hablar de investigación desde lo ancestral en estos tiempos  tal vez sea  un poco extraño para muchos, si  retrocedemos a los años 30 o 60 el concepto «investigación»  no haría parte de léxico de muchas de las lenguas indígenas. Es decir, no se usaban términos domesticados por la influencia principalmente por la Academia accidental que hoy se tiene. Tomaremos como ejemplo para iniciar este pequeño aporte,  recordardando la historia de cómo se pobló el territorio indígena de Papallakta o Valle las Papas en San Sebastián al sur del Cauca.

Maximiliano Melenje Quinayás: Un mayor de unos 70 años en la época del relato que recuerdo (1.990), era un hombre de rasgos Yanaconas, con manos impactadas por los callos de tanto usar la pala y el azadón, de pelo un poco blanco y de una mirada humilde: un día alrededor de las tres tullpas nos contaba que ese territorio era inhóspito, de tierras muy frías, en sí un clima muy bravo. Argumentaba que este se fue amansando con chicha y otras plantas de reserva de la época. Al hablar atizonaba la candela y compartía un poco de aku (maíz tostado y molido) con vaso de leche de la vaca de primer parto que logró rescatar de una ciénaga donde casi se ahoga al estar ensanjonada (quedarse en un hueco lleno de agua).

Nos contaba que ese territorio inicialmente: no era de nadie, en esos tiempos por los años 1890 fue repartido por cuatro indígenas originarios del macizo colombiano, al ojo dicen ellos. De esos nombres recordaba al finado Juanillo y otros tres más. Lo cierto es que ellos empezaron a tumbar montaña a pura hacha, con peones de origen de los resguardos de Guachicono , San Sebastián, Caquiona, Rio Blanco y Pancitará. Ellos iniciaron la expansión del territorio, lleno si de osos, dantas, venados, armadillos y mucha agua. Agregaba que se encontraban siempre muchas wakas (sitios sagrados funerarios) con restos de indígenas que estuvieron habitando Papallakta en la época de los años de 1630 hasta la época de los años 1.700, se cuenta que por el frio inmenso emigraron a otros territorios.

El mayor Melenje respiraba un poco y salía a escupir afuera en el patio de la casa de paja y bareque la saliva del mambeo de la coca y el mambi. Al entrar de nuevo decía: Hijitos mañana va a llover y alguien esta por venir. El hacia esos presagios gracias a la influencia espiritual de la coca y su conexión con la madre naturaleza, pues sus sentidos estaban muy bien conectados con el entorno. Allí podríamos expresar que empezaba lo que hoy le llamamos investigación. Había en los mayores de esa época una banda ancha como para dar a entender a la juventud de hoy los actuales lenguajes, es decir las plantas estimulaban los sentidos de percepción y era una realialidad.

Lo cierto es que al día siguiente: pues caía una fuerte lluvia y llegaba uno de sus hijos a caballo que vivía en el resguardo de Guachicono, no había teléfono alguno en la época, solo caminos de herradura y una sola carretera en construcción que llegaba hasta Valencia. Otra de las formar para catear y hacer percepciones era en el trabajo: una persona sino sabia manejar la pala o el machete, no podía surcar no era un buen trabajador se decía. Uno de los primeros códigos en el trabajo era muy de costumbre echarse saliva en la mano y darle tres golpes a la herramienta que se iba coger en el trabajo, esto era para que a la persona no se le pasara Wuku (un dolor intenso que se pasaba en las manos).

Asimismo, algunos mayores Yanaconas nos contaban que para enamorar alguna muchacha o palancona de la época como se les decía a las señoritas, muchos jóvenes se iban de peones a buscar trabajo donde había una joven que le gustaba. Allí el trabajo era por un año, pasado ya ese tiempo algunos demostrando su buena labor se atrevían a pedir permiso a los padres y madres solo para poder conversar, allí luego según como se hubiera cateado al joven los mayores daban consentimiento para establecer una relación muy seria: un casorio.

Otra de las formas de cortejo de los jóvenes yanaconas de la época, cuentan los mayores que las mingas eran espacios oportunos. Se cuenta que se cogía una papa o un tubérculo (ulluku) si era época de la cosecha se le tiraba al cuerpo a la jovencita: el código (secreto) allí era que si había reciprocidad y si le caía bien el cortejo respondía devolviéndole de igual forma el objeto o alimento que se tiraba. Otra de las formas era quitar alguna prenda y la escondían, luego de seguro que tenían que encontrarse para entregar lo que se había llevado: una ruana, un gorro, sombrero, chumbi entre otros. Ya en el cortejo ella le regala una alfombra para que la usara en el caballo y el hombre daba serenatas de música de cuerda o chirimía. También se cuenta que era muy de costumbre de los Yanaconas regalarle una pareja de pollos, conejos, cuyes, eso indicaba que se estaba pensando en organizarse en una relación estable. ¿Mi inquietud es saber que está pasando en la actualidad, como se vivencia la verdadera vida de los actuales Yanaconas? Los aportes son de mucha validez, esperamos que muchos mas Yanakuna se interesen por compartir parte de sus vivencias de palabra mayor y de esta manera poderle llegar a nuestros lectores y comunidades para no perder el camino de nuestro origen.

Por: HOVER HERNÁN MAJÍN M.   Magister en Comunicación Intercultural Universidad URACCAN de Nicaragua Foto: Derechos de Autor (Palabra Mayor).

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